Sentada en el silencio del atardecer, oyendo el sonido de la fuente, con la abrumadora facilidad con la que los árboles se visten de noche, en ese asiento del parque, el temor se convirtió en esperanza.
Sentada en el silencio del atardecer, oyendo el sonido de la fuente, con la abrumadora facilidad con la que los árboles se visten de noche, en ese asiento del parque, el temor se convirtió en esperanza.
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