Mi jornada desde muy temprano inicia
cuando aún el sol no ha despertado.
Salgo a los campos,
allí voy a trabajar
de día y de noche,
a cualquier hora se hace mi labor.
Hay días lluviosos donde el barro
hace que mis pasos
sean pesados y muy lentos
como que si la tierra
quisiera recordarme
que le pertenezco
y no quisiera dejarme ir.
Esa mezcla de agua y de tierra
esos ingredientes esenciales para la vida,
para que el sustento de todo ser vivo
pueda prosperar.
Un día con pena de entrar a mi casa
la cual estaba limpia
y su piso muy brillante ,
me detuve en el portón.
Ella, mi esposa, me preguntó:
¿Por qué no entra?
-Tengo mis zapatos embarrados,
le contesté. -¿Y qué pasa?
-Dijo ella…con un gesto de libertad.
Es por el barro de sus zapatos
que podemos comer.
Palabras conmovedoras,
llenas de amor y de sabiduría,
de admiración y de profundo
respeto por la tierra
y por las manos laboriosas
que la trabajan.
Entendí que somos parte de algo,
de un elemento vivo,
esencial y fundamental,
del cual todos dependemos
y al cual muchos equivocadamente
y con ignorancia llaman mugre,
cuando al contrario,
con nuestra limpieza
enmugramos la tierra.
Entendí que no es mugre,
es vida, es alimento,
es tierra, es, un elemento vital.
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