Durante tres días con sus noches mutile el mural de mi cuarto con la desesperación de un loco que moría de amor, caí en cuenta que a tres para las tres de la madrugada me despertaba ansioso por terminar el mural para nadie, solo visto por mí…, tres días después de haberlo terminado y luego de por fin haber quedado dormido por más de 12 horas desperté solamente para liberarme de mi dolor, ella se había perdido en el laberinto de mi mayor levedad, entonces sonreí cínicamente a la nada, mi vida volvería a empezar…
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