Seis cincuenta y siete

(Infraordinario)

Seis cincuenta y siete de la mañana, sabe que es esa la hora no porque la haya visto sino porque es la tercera alarma. Ya pospuso las dos primeras y, si no quiere llegar tarde, con esta debería salir de la cama. El frío húmedo de una ciudad agobiada hace que las sabanas pesen más, aunque ya de por sí todo lo pese más estos días, pero tiene que hacerlo, las cuentas no se pagan solas ni la comida se compra con sonrisas y buenos gestos. Además, solo la gente que está deprimida o los que duermen poco tienen problemas para salir de la cama, y él no es ni uno ni otro. Así que lo hace, lo logra. De un salto se incorpora mientras la sabana cae lentamente al piso por el costado izquierdo, eso será tarea para la vuelta, total ahora nadie le dice qué tiene que hacer y cuándo, ahora es totalmente libre. Con la misma libertad se pasea semidesnudo por la casa hasta la cocina, agrega agua y café en su cafetera y la enciende, va hacia el baño, abre Tinder y le da like a dos hermosas chicas rubias, espera hacer match con alguna. Se dirige a la pieza, se coloca las medias negras, el pantalón del mismo color, su camisa blanca preferida, a los zapatos les hace nudo doble y se tira cantidades inconmensurables de perfume. Vuelve hacia la cafetera y se sirve el café en la tasa que ella le regalo, se sienta y llora. Aún la extraña mucho.