Ayer Domingo sentada en un banco del parque, aparece un hombre , por su indumentaria reconozco se trata de un sin techo . Se acerca cautelosamente preguntándome si puede sentarse en mi banco. Le contesto amablemente que naturalmente. Su indumentaria consiste en gafas con montura amarilla que me hace recordar las empleadas por los niños en juegos infantiles. Una gorra de lana cubre su cabeza, viste un anorak y arrastra un pequeño carro en su mano.
Sin mediar más palabras, saca un táper, lo abre con gran destreza y comienza a degustar su contenido. Se trata de macarrones con tomate. Para ingerirlos emplea una cuchara de plástico. En la mano izquierda agarra pan integral .
Mientras va degustando su comida, echa trocitos del pan a las palomas y pájaros que se han colocado enfrente de nosotros. Pienso cuales serán sus sentimientos, quizás le dicte su conciencia que las aves también deben comer.
En cuanto termina su postre que consiste en un par de potitos de yogurt, se cambia al banco de enfrente para recibir el calor del sol.
Desde mi banco observo su figura, saca un periódico y empieza a leer las noticias. Puede haya tenido en su juventud sueños de ser alguien importante, y haya disfrutado de un negocio honorable, conservando en su cerebro parte de sus cualidades.
Ahora deja el periódico y se pone en postura cómoda para echar una siesta. Sobresale su gran abdomen, un poco más abajo sus atributos muy marcados. Pronto veo su cabeza girar hacia la izquierda, un dulce sueño le invade.
Recapacito en su felicidad, con un táper de macarrones y dos potitos. El dios Morfeo le brinda tan admirable sueño. ¿En que consistirá ? Quizás vislumbre un bello cielo azul con ángeles custodiándole.
Admiro su filosofía. La filosofía que da la vida.
Solo piensa en el hoy, mañana para él no existirá. Nosotros somos infelices pensando en cosas que nos puedan suceder.
Son las tres, me despido en silencio, deseándole le siga invadiendo la felicidad.
Vuelvo a casa, tengo comida caliente y luego podré echar una siesta en una cama con sábanas blancas y limpias.
Pero ¿Quién es más feliz?
Como siempre con las manos vacías de respuestas.
Mientras, los niños en el yerbal juegan al futbol
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