Ayer tuve una charla con mi hijo de 16 años que me dejó en un limbo emocional; próximo a graduarse de bachillerato le dije que debía ir pensando que quería estudiar, le expliqué que debe hallar un equilibrio entre lo que a él le gusta, en lo que él es bueno y lo que es rentable, ya que su decisión al momento de escoger una carrera u oficio debe aportarle no solo dinero sino también estabilidad y felicidad a su vida, como padre conozco los gustos y fortalezas de mi hijo, le recomendé algunas opciones, pero antes de debatir cualquiera de ellas, me lanzó una pregunta a la cual no supe contestar… ¿Por qué o para qué debo estudiar si hay tanta gente exitosa, rica, famosa sin estudio? Y me argumentó lo siguiente… Los influencers son personas que en su gran mayoría presentan material sin fondo, graban videos jugando videojuegos o haciendo un sin número de tonterías, ni hablar de onlyfans son personas (hombres y mujeres) que venden su imagen e intimidad y se llenan de dinero y fama, sin necesidad de pasar años metidos en un claustro lidiando con tareas, evaluaciones y profesores amargados. Me sentí avergonzado de la realidad en que viven nuestros hijos, quise contra argumentarle, pero me fue imposible porque es verdad lo que me dijo, sin embargo, traté de explicarle que lo que ellos hacen no tiene valor en una sociedad, podemos vivir sin influencers, pero no sin médicos, profesores, químicos, etc; espero que mi flojo argumento le haya aportado guía a su futura decisión y elija lo que sea mejor para él .
Nuestra charla fue muy corta, no quería entrar en discusión y agrandar más la brecha generacional que nos separa pues soy de la vieja escuela, aquella donde nos enseñaron que las cosas se ganan con trabajo y esfuerzo, donde nos inculcaron que a las mujeres se les trata con respeto y delicadeza, donde ser honrado y responsable era imprescindible si se quería ser una persona respetable, donde las cartas de amor y los poemas sobrevivían al inclemente paso del tiempo y se inmortalizaban silenciosos en el baúl de los recuerdos; el mundo ha cambiado tanto, tal vez la vida va muy rápido y no me di cuenta cuando las palabras fueron reemplazadas por emoticones.
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