Presumimos que es el final del recorrido diario y pareciera que Cronos debe retirarse a sus aposentos. En cada resquicio de la mole pétrea campea un crujiente silencio, avisando que a esa hora todos están en poder de Morfeo, y que el viaje continuará una vez el señor del tiempo despierte. Sin embargo, las titilantes lucecillas que se advierten bordeando la metrópoli – indican que no hay tregua muy a pesar del cansancio de Cronos y el poder somnífero de Morfeo. Solo es el silencio de trompetas anunciando otro brevísimo receso en el eterno camino.
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