Sus pequeños dedos sujetan con fuerza tu dedo anular. Lo acerca a sus labios sonrosados.

Aspiras el olor de su pelo, suave y fino. Aspiras ese olor a niño pequeño, a colonia de bebé. Con ese sorbo de aire, se ensancha tu pecho y quieres retenerlo a toda costa.

No eres capaz de apartar tu mirada. Hipnotizada, sigues cada uno de sus movimientos. Como si de una cámara se tratara grabas esos fragmentos en tu retina.

El tiempo es vuestro en esos momentos y de nadie más.

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