CACHIVACHES Y REMEMBRANZAS

CACHIVACHES Y REMEMBRANZAS

El pequeño Santiago se ha auto encomendado una misión secreta: encontrar esos curiosos cilindros que hacen que su linterna mágica dé luz. Por ello, aúpa sus piernecitas sobre aquella silla y una vez arriba abre el cajón, presto a rebuscar entre el batiburrillo de trastos.


«Mamá no debe enterarse de esto o me castigará» susurra, al tiempo que su memoria le lleva a la noche anterior».

—Santi, mira lo que hago con tu linterna… le quito las pilas y así no funcionará. Estoy cansada de pillarte de madrugada iluminando las estrellas del techo. ¡A dormir, que mañana hay cole!

El infante regresa al presente y ya en faena inspecciona esas pastillitas de colores.

«Velas «aropáticas», así se llaman» musita orgulloso.

También examina un aparatito gris metalizado que tiene un ojo muy raro.

«¡Anda! ¿Esto qué es?… La “k” de “kilo”, “K-o-d-a-k”. No tengo ni idea».

Unos segundos después su cara se ilumina ante aquella figurita de cerámica.

«¡Cáspita! La sorpresa que me tocó en el roscón de Reyes».

Sigue a lo suyo removiéndolo todo hasta encontrar ese cuaderno, pero le da pereza fijar su vista, porque apenas sabe leer. No obstante, sospecha que dice cosas del televisor.

«Ese dibujo es de nuestra pantalla plana».

Descubre tesoros, aunque siga sin noticias de aquellos cilindros misteriosos. De esta guisa se desespera y agarra un montón de extractos.

«Papeles con números… de eso que mamá llama “banco” donde dice que está el dinero».

Hasta que da con un brillante regalo.

«“D-u-r-e-…”, ¿cómo se llamaba aquella letra con forma de cruz?».

El bisoño crío raja el plástico y se queda boquiabierto.

«¿Qué es esto? ¿una goma mojada?… ¡Anda! ¡Si huele a plátano!».

Y estira el condón mas no desentraña el misterio.

«¡Qué tontería!… no sirve para meter las manos ni es un globo».

Por último, halla un montón de fotos recogidas con un cordel color turquesa, lo desata y revisa aquello…

«Mamá con otro hombre en el campo…, en un coche, dándose un beso, ¡qué asco! Y…¿seré yo ese bebé?

Cuando Elisa aparece por la puerta le regaña y lo alza por las axilas, dejándolo en el suelo. Al ver aquellas instantáneas, repentinamente resbalan por su cara un par de incontenidas lágrimas.

—Mamá, siento haber sido malo… Hacerte llorar.

—No mi amor, no lloro por la trastada… No estoy triste… lloro de alegría.

Elisa recoge aquellas viejas fotos dispuesta a hacerlas desaparecer para siempre.

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