(Relato infraordinario)
Atardece en el salón. El sol entra por la ventana, colándose por la cortina traslucida. Hay unas pequeñas partículas de polvo flotando, dejándose ver y ocultándose por la intercalada luz y sombra que provoca la persiana. Unas parecen jugar entre sí, otras navegan solitarias como a la deriva. Están allí sin dar cuenta de su desdeñada existencia. Mostrarse, ocultarse, pertenecer al conjunto de luz, luego al conjunto de sombra… Flotar, caer… y al desaparecer el sol, el olvido.
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