Puede pasar de todo en un instante, un altercado, la noticia de una muerte inesperada o la inesperada noticia de un hurto o un asesinato, el suicidio de un amigo, sobretodo dolorosamente increíble. Puede suceder en un santiamén que te degolles o te degollen, te arrojes o te arrojen por el balcón de un edificio, que te rompas o te rompan la cresta mirando hacia el horizonte, que te envenenes o te envenenen tomando una cerveza a la que le ha echado escopolamina algún ser oscuro y siniestro. Pueden ocurrir tantas cosas cuando la depresión y la ansiedad se juntan a vivir contigo, instaladas dentro de tu habitación, dentro de tu mente, dentro de tu soledad. Pueden seguir estos acontecimientos de repente sin que logres detener los artilugios de la vida misma, prevenirlos parece ser la única alternativa, pero la prevención no siempre funciona ante los desaires del destino.
Si me relajo demasiado los truhanes están alertas a cortarte la cabeza, para ellos, el que uno pierda, es su triunfo. Verte derrotado les alegra la vida. No he encontrado a nadie que quiera mitigar aunque sea un poco mis innumerables tragedias y desgracias. Por lo general, una desgracia suele ser fiscalizada, puesta en tela de juicio, comentada con cizaña.
Confieso que me siento indefenso ante la maldad de la humanidad, los malvados personajes que pueblan el mundo son más fuertes que nosotros, su perversión y terrible alevosía parece triunfar por sobre encima de la nobleza tonta.
Hoy en día, ser justo y bondadoso, es sinónimo de que estás expuesto a que te calumnien, te hurten, te quieran crucificar, te quieran lapidar o en el peor de los casos, asesinar sin ninguna compasión.
Lamento decir que mi pesimismo y negatividad crece aún más con el tiempo. No creo que esta actualidad alcance el Orden. El Orden ya es un pecado, una anomalía.
Una fisura anida en todos los seres, pero las grietas sólo perviven en los corazones de las escorias humanas que hacen daño a diestra y siniestra por todos los confines de la tierra, sin que ni Dios ni nadie pueda detenerlos ni hacer nada, sus grietas forman los abismos donde todos habitamos.
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