Me encuentro sentada en una roca de la playa de arena negra, respaldada por el imponente y verde acantilado.

El olor de la tierra al respirar mezclado con el salitre, me vivifica.

De repente, un sonido disonante se opone al silbido del viento y me despierta.

¡Otra vez! ¡La playa de mis sueños! ¿Dónde estará?

Cuando voy a desconectar la alarma del móvil, veo un wasap de mi amiga Marta.

«Buenos días! Todo bien? Lo estamos pasando genial en Galicia! Tienes que venir. Ahí va un fotón. Un beso»

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