La luz te atraviesa con el amanecer pero no te detienes, ni siquiera de noche. Eres la obra maestra de Orsay, la que apremia con saetas. Ni mis pinceles ni el esfuerzo valieron un segundo de tu reino.

Tu esfera cobija a los grandes, los que venera el vaivén de los pequeños. Millet, Monet, Cézanne… Deja que mis lienzos provoquen el paso enlentecido y la huella en el ojo que no parpadea.

Procúrame la gloria que no me han dado los labios ni el dinero. Deja que viaje en esa luz que te atraviesa.

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