«Arbeit macht frei» rezaba la inscripción de la puerta de entrada. ¿Podía ser cierto eso? Eso decían aquellos hombres con uniformes grises y caras llenas de odio y furia. El paisaje era gris, frío y sombrío. Nada más llegar en esos inmundos trenes se podían observar las largas vías del tren seguidas de una basta extensión llena de barracones y todo esto rodeado alambradas y vallas de aspecto amenazante. Se veían presos esqueléticos, aunque lo peor se veía al fondo, un gran humo gris. ¿Libre?
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