Llegué a la ciudad de Acapulco desde el interior de Méjico en el año 1583. Un amigo me habló de la travesía en el Gran Galeón que cruzaba el Pacifico hasta Manila y en el que se podía encontrar trabajo como marinero. “Allí se intercambia plata con especias y seda y se regresa adentrándose al norte en la corriente de Kuroshio”. Era el Tornaviaje, la ruta más larga y peligrosa jamás conocida. ¿Y por qué no fuiste, abuelo? Me faltó el valor para realizar el viaje de mi vida.

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