Liz dejó el mapa y se asomó por la ventana del porche; en medio del aguacero, oteó el perfil que cruzó la calle y desapareció. Indagó en la acera, luego entró por las llaves. El mapa en la silla insistía en el ensueño, ella en la lluvia. ¿Cómo podía desaparecer así? Cuando abrió la puerta, halló un cuerpo parado frente a ella con una maleta en sus manos. Lo detalló con asombro; después divisó cómo ella misma, empapada y llorosa, entraba a la casa con la sensación de que alguien la observaba.

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