Siempre miro el mar, siempre esperando que vuelvas. Antes lo hacíamos juntos, pero ahora solo estoy yo.

Solo,

para imaginar el viaje que haríamos al regresar.

Mendoza nos espera, la tierra de los viñedos, de montañas altas con cumbres nevadas, de valles fértiles acariciados por ríos. De abrazos a la sombra del cerro y borracheras ligeras en bodegas refinadas.

Me gustaría saber si volveré a verte, intuyo cuál es el final, espero equivocarme, y que el mar no haya besado tus labios.

Te extraño.

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