Hoy tengo que detenerme: ha terminado el viaje. Lo malo es que no he hallado el boleto. Estoy seguro de que en ese documento habían escrito todos mis datos, incluso mi nombre. Ahora no sé quién soy. Debo apearme en la parada sin tener seguridades sobre mi próximo destino. Creo que me lo retiraron a propósito, para que yo lo volviera a escribir. Ahora es tarde. Andaré sin rumbo en esas terminales inhóspitas donde la conciencia se queda sin habla. Trataré de recordarlo para la próxima etapa.

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