Amanece, un sol radiante lo inunda todo. Una ciudad como si de un paraíso se tratase. La calidez de sus gentes, la belleza que lo impregna todo en un agradable olor a jazmín que ciega los sentidos, expande mi exaltación y enardece mis deseos más ocultos.

Quisiera no despertar de este sueño bello, pero miro por la ventana, abro mis ojos, y me doy cuenta que estoy en mi pequeña habitación donde todavía no he salido a ninguna parte, porque ni siquiera sé a donde ir.

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