– ¡No puedes hacerme esto! ¡No puedes irte! – Gritaba Alba desgarrada- Me lo prometiste ¿Qué voy a hacer ahora, eh? Dímelo. Qué hago con las cenas programadas, con nuestro paseo soñado, con los días que guardé para nosotros. No te irás, y si lo haces me iré contigo. Entérate bien, cabezota, terco, no me vas a abandonar.

Arrodillada se aferraba con fuerza a Daniel.

Así permaneció horas.

Así la encontró la enfermera que la soltó de la mano de Daniel antes de cubrir su pálido rostro con la sábana.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS