Fotografía de Nia Rosas

Haciendo equilibrio en un taburete vemos como López sana heridas con el piano. Susurras cada una de sus canciones y me recuerdas que, aunque Málaga está helada, tú la haces arder. Te pregunto con qué sueñas. Ríes y dices que quieres escuchar a López en Málaga. Es difícil, aunque planear no cuesta nada. Y así es como cada noche, entre copa y copa, nos imaginamos en un bar malagueño, sintiendo las notas del peso de un par de dedos, y repitiendo al unísono: te espero aquí.

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