Viví en el cuerpo de un petirrojo en la corte del Shogunato Tokugawa. Al Shógun le gustaba acostarse con doncellas. A sus 10 años, su hija ya tenía amigas invisibles, y la mejor de ellas era un espíritu llamado La gata 24 horas. La gata 24 horas convenció a la princesa para que le clavase a su padre una aguja en el perineo mientras este dormía. El Shógun nunca volvió a tener una erección. Se convirtió en un padre atento y volvió al ritual del té con su esposa. La aguja sigue allí, silenciosa.

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