Te vi quieta, distante, a pesar de sentir tu pulso re cerca, tus manos tibias y tus pies ásperos. A pesar de estar hundida entre mis carnes, los océanos entre nosotros se hacían notar. Tus ojos blancos, tu mirada confusa, el camino a casa se perdió, y te quedaste a recoger las flores del camino, sin saber que entre cada roció de mañana algo moría en ti, y es que no saber donde ir te volvía loca, y a travesar esa puerta que separa nuestros mundos tan lejanos pero tan cercanos, te hacía temblar.
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