Esa madrugada él regresaba algo embriagado de la fiesta inexcusable de su jefe, se consolaba pensando en el viaje: ¡Al fin París! Llegó a la avenida, el amarillo ya pasaba a rojo, solo aminoró un poco y siguió.

Ella conducía veloz, su madre la había llamado con voz enfermiza. Ojalá que sea otro de sus caprichitos, no quisiera postergar de nuevo mi viaje a París. El semáforo cambió a verde, aceleró.

Violenta colisión, dos muertos en pleno centro de Madrid, unificó el diario Le Parisien.

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