OBRA EN UN SOLO ACTO. TERRIBLE ACTO

OBRA EN UN SOLO ACTO. TERRIBLE ACTO

Cuadro primero

(Una MUJER habla por teléfono. Viste ropa oscura, a pesar de que es verano y hace mucho calor. Desde la ventana, abierta de par en par, se ve, casi se toca, el edificio de enfrente. Sujeta la fotografía de un bebé. En el televisor, una tertulia política pretende arreglar el país).

MUJER: No puedo mirarle a la cara, Ángela, no puedo. Pero es mi hijo y tengo que defenderlo. En el psiquiátrico lo tratarán bien. (La mujer hace una pausa y asiente). Claro que no, te lo cuento a ti, que eres mi hermana. ¿Con quién si no voy a hablarlo? La cárcel sería su muerte. Ya sabes lo que comentan que hacen allí con los violadores. ¡Dios mío, qué cruz nos ha caído! ¡Esto no se lo deseo a nadie!

(La mujer suelta el auricular y se derrumba llorando. En ese momento entra por la derecha su MARIDO).

MARIDO: ¿Otra vez chismorreando con la cotilla de tu hermana? ¡Olvídate de Juanjo! ¡Ya no tenemos hijo! No sé cuándo te va a entrar en la cabeza.

(El MARIDO, vestido con una camiseta de tirantes blanca y calzoncillos, se asoma a la ventana. Enciende un cigarro y busca una brizna de aire fresco).

Cuadro segundo

(Sentado a un lado de la mesa, un PSIQUIATRA con uniforme blanco. Sujeta una pipa. El despacho huele a ron y vainilla. Al otro lado de la mesa, JUANJO).

JUANJO: No puedo evitarlo. Salgo de noche con mis amigos y a los diez minutos estoy aburrido. Acabo la copa y me despido de ellos. En cuanto me quedo solo, busco sexo. Siempre encuentro alguna que me guste. (Mira desafiante al médico). Es como una enfermedad, doctor. Yo no soy un delincuente. Mi cuerpo va más rápido que mi mente. Después, cuando todo ha acabado, me arrepiento. Juro que me arrepiento.

(El PSIQUIATRA toma notas y fuma. Lo que escucha se lo sabe ya de memoria. Revisa lo escrito y relee aparte: Sociópata perverso, maniático. Ingreso urgente con tratamiento de choque).

PSIQUIATRA: Permanecerá usted ingresado una temporada en la Unidad de Aislados. Esta misma noche comenzará con la medicación que le voy a prescribir y que le proporcionará la enfermera. En quince días, nos vemos en este mismo sitio.

(JUANJO sonríe para sus adentros y se despide fingiendo un nerviosismo que no es otra cosa que una oleada de adrenalina interior. Todo menos la cárcel. Si se lo monta bien, la condena por las tres zorras que ha matado quedará en agua de borrajas).

Cuadro tercero

(La escena se abre con una sala acolchada con paneles blancos. Una cama de hierros romos, una mesita y una silla componen todo el mobiliario. JUANJO está sentado sobre la cama, cuya colcha blanca resplandece aún más que las paredes. La ENFERMERA, frente a él, se acerca con una bandeja para servirle los medicamentos. Se sienta en la silla y prepara una jeringuilla).

ENFERMERA: A mí no me la das tú. ¡Vaya si os conoceré! Os dedicáis a matar a niñas y luego vais de santitos.

(JUANJO retrocede asustado. La inyección de hoy es más grande que la de ayer. También esta tarde le ha ofrecido tres pastillas más de las rosas. Pero las esconde debajo de la lengua para escupirlas cuando se vaya el demonio).

Cuadro cuarto

(Sentados en el sofá, la MUJER borda una servilleta y el MARIDO escucha la radio. La MUJER deja a un lado la labor y se abotona la rebeca. El frío se ha instalado en la salita).

MUJER: Tomás, ¿tú crees que Juanjo estará bien? Llevamos sin verlo tres meses. Ojalá esta semana nos permitan visitarlo.

MARIDO: No sé, Pilar, no sé si podrá ser… Por lo menos, no tendremos que hacerlo en la cárcel. De todas formas, si no te importa, he estado pensando que la primera vez vayas tú sola. No sé si voy a ser capaz.

MUJER: ¡Somos lo único que tiene! ¡Está enfermo!

MARIDO: Pilar, lo siento. Me muero de vergüenza. No nos mira nadie. Somos la escoria del barrio. Si es que no lo reconozco… ¡Ese monstruo no es nuestro hijo!

MUJER: ¡Tomás! ¡No hables así!

(La escena concluye con la MUJER llorando. Viste de negro. Jersey, falda y chaqueta negros).

Cuadro quinto

(La ENFERMERA aparece sentada al otro lado de la mesa del PSIQUIATRA).

ENFERMERA: No evoluciona. Tiene comportamientos violentos dentro de la habitación. En las reuniones con otros internos acaba revolucionándolos a todos. Es claramente una mala influencia. No sé si debería revisar la dosis de la medicación, porque tal vez no esté ajustada.

(El olor a vainilla de la pipa inunda la habitación. La ENFERMERA exhala el humo de su cigarrillo y deja caer sin querer la ceniza sobre la alfombra).

Cuadro sexto

(JUANJO duerme profundamente. Observamos unas barreras en la cama. Tiene las muñecas atadas con vendas a las mismas. La ENFERMERA aparece por la izquierda, andando con sumo cuidado).

ENFERMERA: (Aparte) No se me resiste ninguno. Entran muy valientes, pero a mí no me engañan. Quien la hace, la paga. Si la justicia de fuera no funciona, tendré que aplicarla yo. ¡La calle llena de enfermos y los hospitales de delincuentes!

(Se dirige a la cama y le administra una dosis mayor que en el cuadro tercero con un pinchazo certero en el brazo).

Último cuadro

(La MUJER y el MARIDO en la misma salita. Aparte de los sollozos de la MUJER, todo es silencio).

MUJER: ¡Ay, qué desgracia! ¡Pobre hijo mío! ¿Quién iba a imaginarse que estaba tan arrepentido? ¡Dios mío! ¡Con el cariño con que lo criamos, Tomás! ¡Ay, ay!

(El MARIDO permanece callado. Cualquiera puede apreciar las ojeras que cuajan su rostro).

MUJER: ¿Es que no vas a decir nada? Ni en el cementerio has sido capaz de despedirte de él. Hasta el enterrador se ha mostrado más afligido. ¡Tomás, por Dios, habla!

(El MARIDO se tapa la cara y rompe a llorar. Se oscurece la escena y cae el telón muy despacio).

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