Plumbago capensis-Jazmín azul, detalle de flores en veranoLa azulina golpeaba suavemente contra el cristal en aquella tarde lluviosa y desapacible, mientras abuela Leonor dormitaba en su cama; aquella cama en la que no se sabe porque dolor, ausencia, o desaliento, decidió meterse para no volver a salir jamas.-Como si ya la vida hubiera dejado de importarle-.

El viejo reloj de pared medía el tiempo- tic tac, tic tac- cuya cadencia acompañaba al chisporroteo suave y silencioso de una lamparilla de aceite a los pies de la Virgen, -la que llamaban la Milagrosa-de cuyos brazos emergía un rayo de metal dorado y que era transportada de casa en casa periodicamente…

La tarde se iba haciendo cada vez mas y mas lenta, la lluvia resbalaba sobre el cristal, mientras abuelo Julián leía la prensa en silencio…

Ahora habían pasado los años, y con ellos tantos recuerdos…

Por cosas de la vida, ambos fueron destinados al mismo lugar de trabajo: un pueblecito de la España profunda (y mas en aquellos tiempos), y por cosas de la vida también se enamoraron y se casaron.

La vida fue transcurriendo entre lluvias , soles , soledades y alegrias, entre flores en Primavera y escarcha en el Invierno , entre prados verdes donde jugaban sus alumnos en el recreo y los paseos entre caminos polvorientos y silenciosos…

La paz estalló en mil pedazos y les cogió dentro.Se oía el murmullo del miedo en cada casa. Amordazados por el pasaron tres largos años de silencio, de miradas torvas, de no hablar, y ni siquiera mirar, de temer por sus vidas y de tener a un familiar encerrado en el «doblado»y a su hijo en el frente. Dicen que en las noches del verano, -cuando la gente se sentaba a las puertas de su casa buscando el fresco-,se oía retumbar a lo lejos los tiros de la batalla en el que estaba su hijo de 18años…

¿Quien te dice que no fueron aquellos días los que acabaron con ella? ¿Quien te dice que su mente agotada por el sufrimiento acabó cediendo?.

Lo cierto es que esa mujer de gran valía abandonó la vida y se entregó a la soledad blanca de su cama, y ya no volvió.

Para nosotros: abuela Leonor, para el, el amor de su vida.

La amó incluso cuando ya no estaba, transformado su dolor en un lamento que retumbaba cada noche en su ahora solitaria habitación: Leonor, Leonor … Querida, querida…

Dicen que cuando murió sus ultimas palabra fueron:

-Leonor, ya estás aquí-

FIN

SANTA ANA (CACERES)

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