Historia de familia del ferrocarrilero PMH

Historia de familia del ferrocarrilero PMH

Pablo Hernandez

17/09/2016

Mi padre, Pablo M Hernández, nació en Lagos de Moreno, en el Estado de Jalisco en México, hace poco mas de cien años. Cerca de su casa pasaba la vía del ferrocarril, y escuchaba el ruido que hacía la Locomotora, y el silbato romántico que tenía le hacía muy feliz, ya que siempre precedía su arribo, y lo llenaba de alegría.

Empezó a ir a la escuela, teniendo siempre presente la locomotora y la majestuosidad de su potencia y sus ruidos. Cuando tuvo 15 años, no pudo más y le dijo a mi abuelita, que quería ir a trabajar a los Ferrocarriles Nacionales de México y aprender todo lo relativo en el trabajo, en lugar de en la escuela. Su mamá, no lo pudo convencer de que siguiera en la escuela, y se fue a pedir trabajo a la estación más cercana.

No fue fácil convencer a que le dieran permiso de trabajar como carbonero, es decir metiendo carbón regularmente, a la caldera de vapor que hacía funcionar a su amada, la locomotora.

Tuvo que aprender a manejar la pala con la que llevaba el carbón, del tren que estaba lleno de ese combustible a el hogar de la caldera, sin ampollarse tanto las manos. Siempre observaba al maquinista para ir aprendiendo como dominar ese monstruo de vapor, la locomotora. Al pasar el tiempo, empezó a ayudar al maquinista, cuando éste se lo pedía. Pasó poco a poco de ser carbonero, a ser ayudante de maquinista.

México estaba sufriendo los estragos de la Revolución, y los ferrocarriles se volvían cada vez más importantes en ese movimiento, tanto que algunos llegaron a decir que los ferrocarriles eran la espina dorsal de la revolución.

Poco tiempo después, pasó a ser maquinista y era muy esforzado el trabajo por los requerimientos de los generales revolucionarios que tanto los usaban, destacando el General Venustiano Carranza, General Pancho Villa, General Lázaro Cárdenas y otros mas.

Como su trabajo era preciso y cuidadoso, poco tiempo después de nombrarlo Maquinista, lo enaltecieron con el cargo de jefe de Maquinistas y luego Jefe de Trenes Militares de la Revolución Mexicana. Al terminarse ésta, fue ascendido a Jefe del Distrito de los Ferrocarriles Nacionales de México, al Norte del país. En ese ascenso, ya le correspondía tener su «tren especial» que era un vagón con 3 recámaras, comedor, dos baños, cocina, cocinero y camarero. Lo acompañaba su secretario, y en una ocasión, al estar en la Ciudad de Monterrey del estado de Nuevo León vió que una jovencita iba a saludar a su tío, que era el secretario que lo acompañaba. Quedó impresionado de su belleza, delicadeza y hermosura y la empezó a tratar, queriendo conquistar.

Fue amor a primera vista y se casaron en la ciudad de Monterrey, donde nació su novia, Graciela Treviño Camargo. Su primer hijo fue el suscrito, a quien su mamá le enseñó desde que tenía uso de razón, la conveniencia de iniciar cada día con una oración a «Quien nos dio la Vida» para darle gracias por un nuevo día, y pedir su protección y ayuda para que en ese nuevo día, estar felices y al servicio de «Quien la Vida nos dio» Esta misma oración devía repetirse, antes de dormir.

Siguiendo sus amorosas enseñanzas, así lo hacía yo cada día. Cuando tenía 9 años sucedió algo muy impactante: al ir a dormir y estar terminando mi oración, sufrí algo que no puedo explicar, tuve un «estado de éxtasis» en el cual me se sentía infinitamente feliz, pero no era porque tenía muchas cosas o porque estar en una mansión o nada parecido, mi felicidad venía de «sentir que yo era todo, podía todo, tenía plenitud de ser y existir sin límite» era infinitamente feliz. Entónces ya no quize salir de ese éxtasis, sino quedarme allí y ya no volver a mi recámarita a dormir. En ese instante desperté de ese éxtasis, pero con la total convicción, de que para volver allí, tenía que dar todo, inclusive la vida, para ayudar. En ese momento reflexioné que lo mejor para lograr eso, sería hacerme misionero para dar mi vida ayudando a los más necesitados en África.

A mi padre que ya era el encargado de los Ferrocarriles Nacionales de México en el Norte del país, lo nombró el Presidente de México General Manuel Avila Camacho, Sub-gerente General de los Ferrocarriles donde había entrado a trabajar metiendo carbón a la caldera de la locomotora. En ese tiempo, el Estado de Oaxaca en México, sufrió un terrible temblor, que incomunicó a la capital del Estado de Oaxaca, por 15 días, lo cual no podía resistir, por lo que PMH fue en avioneta a Oaxaca para dirigir dar paso mas pronto a la ciudad por ferrocarril y carretera y llevar comida y medicinas. Logró que en lugar de pasar en 15 días, fueran tres días. Por ese esfuerzo, el Pueblo y el Gobernador de Oaxaca, le dieron la medalla al mérito civil y fue declarado por el periódico Excelsior de México, El Hombre del Año en 1945. En ese tiempo México decidió adquirir el ferrocarril más importante que tenía de los Ingleses, unía el puerto de Veracruz con la Ciudad de México, y el presidente de México encargó a PMH que hiciera la compra, por lo que al firmar el documento en las oficinas inglesas, en el asta-bandera que ondeaba la bandera inglesa, la bajó y subió la bandera Mexicana. Al terminar su gestión, tuvo que vender su casa, ya que la pensión no le alcanzaba. En las oficinas actuales de los ferrocarriles, en la Sala de Consejo, está colocada su fotografía. Creó una familia ejemplar con tres hijos. Siguiendo su ejemplo he tratado de ayudar a México, como podrán conocer «Historia del Viaje de Nuestras Vidas» en https://clubdeescritura.com/?p=120269 Además hice el «MuroDeBuenaVoluntad» que se puede descargar sin costo del sitio www.BienestarSocialEnMexicoSinCostoNiBalas.com y en http://www.GoodWillWallToPreventViolenceInHumanity.com

Atentamente Pablo Hernández Treviño. Escribo con mi seudónimo: Paul Hertre

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