A VECES SUEÑO ESTAS COSAS
El infierno pleno es:
estar lejos de tus labios
una araña hambrienta
de corazón arrugado
de lívidas ramas
y de hojas muertas
cerquita y a tientas
de aquí y de allá,
a veces tan cerca de nada
“a veces sueño éstas cosas
que nunca olvido”
será luz la estrella que nace,
es llama el cormorán rojo que pasa,
es caricia el perfume del tilo en flor,
y el sol, y la tierra verde, y la arena blanca.
Cerca de la juventud tan bella,
tu boca entreabierta son mis manos
de aquí y de allá,
a veces tan cerca de nada
“a veces sueño éstas cosas
que siempre olvido”
¡ah! éste susurro de piedras, cuánto ensordece,
y cómo envidia la luna al desprolijo desierto
de ver tantas dunas despeinadas por el viento.
LO QUE EL ALMA SUPE
El alma se enrosca en su propia primavera
por cada mirada, cada flor, cada amor,
a besos sin deshojar aguas ni culpas.
Yo vigilo que la tristeza pase de largo
mientras se desvela la tenue luz del alba;
justo ahora que entre mi sien y mi almohada
media dos centímetros de sueños
una gota de cielo desarbolada
y dos nubes solitarias. Luego, agazapado,
me sorprendo escribiendo bajo una vela
en un verbo conjugado en pasado.
Lo que del alma supe
lo aprendí del pasado
por eso me pienso
mejor que el futuro.
No me canso, no me rindo,
mantengo la esperanza
qué después de agotado el viento
despierte una bella postal.
EMBRIAGARME DE TI
Me inquieta dormirme
pensar y soñarte
entregarte mis manos
que es piedra y es viento,
entregarte mi boca
qué es más luna y más cielo;
parece todo tan simple,
que entonces
te busco,
y me atrevo,
y te miro,
miro en tus ojos negros
y ahora… recién veo,
el viejo brillo del hielo.
Qué cómoda te encuentras
con tus labios cerrados,
que suavemente te vas
por el pasillo ignorándome,
y qué estúpido me siento
mostrándote mi mejor sonrisa,
ah… estoy cayéndome
y tú, tan cerca pero, sentirte tan lejos.
Mi pecho es una vuelta atrás
incapaz de espantar la soledad,
y con tantas goteras viejas
se borra algo de luz en mis ojos
y me siento el inútil esclavo.
Espero que el destino
no juzgue mi inocencia, a través
del silencio de una lágrima.
Sería vaciar de anhelos una estrella.
Miro la luna. El reloj da las cuatro.
Mi copa de vino está vacía,
en su fondo, “busco tu nombre”
por eso: vuelvo a llenarla.
Así es, como de ti,
me embriago esta noche.
DESVESTIR MI ORWELL 1984
Puedo desvestir mi propio Orwell 1984
custodiar el azar y el desorden calmo;
velar por el abecedario sin equis ni zetas
el código binario sin unos ni ceros
las hojas excel sin claustrofóbicas celdas
“y enredar tu pelo con mis tímidas manos”.
¿Qué más puedo esperar?
Me siento libre, franco, tan llano…
disconforme, ¿descolocado?.
Tengo en mi piel siete rosas blancas,
presumen ellas de alcanzar el cielo,
me dan la luz que corre entre sus pétalos
a sabiendas, que otros no pueden repetirme.
Se me antoja por ejemplo: cerrar la noche,
congelar el alba, borrar mi rastro y soñarme,
y nunca resguardarme
del día de mañana.
SIN TI
Ahora que perdí tus besos,
y tengo una pasión deshabitada
y miro el reloj y dice ninguna vez,
ahora que llevo clavada nostalgias
que estiro y veo soledades
y palpo un vaso manoseado
de líquida tristeza, pleno
de paciente y cándido olvido.
Ah vino sublime,
de sangre y piedra
de brillo y rabia
que corre entre venas,
que enciende suspiros
de noche y promesas
y cierra heridas
por tanta
y pura pena.
Sin ti,
como poder existir,
celebrar la vida,
dormir el miedo,
habitar el tiempo,
y callar la lluvia,
y abrir el cielo.
Sin el tibio fuego,
sueño dormido
en un viejo libro, uno
jamás leído.
Y el cuerpo,
reclama al día
y el día su noche,
y yo pensándote
aún, sin ti
todavía.
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