«28 lunas»

Cuando te observo en silencio,

querida luna, me veo reflejada en ti,

con mis veintiocho caras.

Eres mi luz transformadora, mi gurú,

quien me mece en la marea,

quien me alarma y me calma.

Nueva, llena o vieja.

Ligada a ti por el fino hilo de la conexión espiritual,

recibo tus influjos de energía circular.

Bajo tú luz, sometida al ritmo nocturno de la naturaleza,

mi femineidad se eleva más,

me reciclo, me regenero,

me retraigo para crecer en profundidad.

Nos dicen frías, calculadoras,

a veces flores negra, a veces flores blancas.

Silenciosas y de ataques imprevistos,

temidas como la hermana serpiente.

Escucho susurros que dicen: eres como el frío frescor del invierno,

una fuerza que expande y retrocede.

Que digan las voces, como madre mágica, alimento y defiendo.

Me dejo llevar por el río subterráneo de la vida,

cultivando cuando dejo de ser fértil.

Lo masculino sigue nuestro rastro de huellas profundas,

nuestros pasos firmes.

Intenta seguir el mismo ritmo, pero se pierde.

Ante el yan te muestras femenina,

amplia, curva, redondeada, blanda.

El Astro sol nos admira como madre tierra,

cuidadora y hortelana, húmeda, floral,

nutriendo al espeso bosque.

Como mujer sabia,

sabes hacer fuertes tus raíces,

sabes hacer flexibles tus troncos

y hechizas con tus frutos rojos.

Y cuando te conviertes en el recipiente de la humanidad,

capaz de albergar dentro de ti nueva vida,

el universo se posterga a tus pies,

para elevarse contigo,

restaurando la paz y el poder del amor.





«Amantes»


En noche de luna llena me has visitado

traicionando mi subconsciente,

tenía tantas ganas de ti y

te echaba tanto de menos,

que he sentido el calor de tu cuerpo

y el susurro de tu aliento.

Tumbado sobre mi espalda

te estremecías por momentos,

tus manos abrasaban mi piel morena

sentía sin verte tu mirada

observando mi contorno: tu tormento,

desde la nuca hasta los infiernos.

Las yemas de tus dedos

han acariciado cada rincón, cada curva

erizando mis sentidos,

viajando a un universo de placer

nunca antes conocido.

Excitado querías morder mi cuello,

dulcemente retirabas mis cabellos

y, lanzabas tu primer bocado,

ambrosía de un placer infinito

mientras yo, tu presa, sucumbía ante ti

único rey en mi selva.

Momentos únicos indescriptibles,

que placer! que erotismo!

un juego de seducción,

el secreto de nuestra mutua adicción

a la que estamos condenados,

y a la que simplemente te rendías

con una sonrisa y una mirada mía.

Una fragancia a enamorados

ha impregnado la atmósfera de mi lecho,

como poder olvidar así, si ayer eras mío

difícil será renunciar a poseerte.

Olvidarte es mi eterna condena,

para no morir esperando en lenta agonía.


«Sal de amor»

Luna llena, luna nueva,
como mar y como arena.

Dos náufragos en alta mar
navegando a la deriva
encontraron una isla
donde colocaron su bandera.

Isla blanca, isla azul,
se bañaron en sus playas
retozando en sus orillas
se amaron bajo el sol
absorbiendo su calor.

Como océanos de fuego
se colmaron de pasión,
la llenaron de ternura
curando sus heridas,
con sal marina, con sal de amor….

«La ola»

Como una ola que retrocede

surcando los mares,

sacudida contra el acantilado,

buceo en el océano azul

y mi corazón despierta.

Cuando el deseo se ha vuelto salvaje,

cuando sientes que alguien te envuelve

te revuelve, te retuerce

piensas…

es aterrador, es alentador!!

Escuchas campanadas y huele a flores,

todo brilla, frondosos están los nidos.

Ha llegado el verano!

también la casa junto al lago y

la terraza sobre el embarcadero.

En los dominios de las voces del viento

me sumerjo de nuevo y

debajo del agua

los rayos de luz entran intensos

inundada a ras de agua.

Abro los ojos y veo como la espesura del bosque

acecha hasta la orilla

y allí, sobre la arena blanca y fina

como siempre te había imaginado,

posa tu cuerpo desnudo sediento de halagos

regado por gotas de dulces caricias

antaño vivido con migajas de aliento.

Tu sonrisa lozana y mirada limpia

como el frescor verde de la hierba de la mañana

que están aquí en mi presente

de risas, de alegrías, de abrazos eternos.

Me tumbo junto a ti y acaricio tu mano

me recorre un escalofrío, que eriza mi piel,

te miro y siento como beso tu alma

y tú, besas la mía.

«Hojas de Yerba»


A través del bosque,

en cualquier árbol

está la puerta mágica,

no las has visto con tus ojos

pero sí las has sentido.

De pie junto a su puerta

giras la llave, y zas estás dentro.

Los números me dieron la clave,

susurrando:

eres el árbol de la ciencia,

fortalece tus raíces,

haz flexible tu tronco

y la copa de la vida,

te dará frutos.

Arropada en el bosque,

rodeada de helechos de verano

bajo mis pies miles de hojas de yerba

acarician y mecen mi fina piel,

aunque el río de estío no baja caudaloso,

aún salta en pequeñas cascadas resbaladizas.

Siento su frescor

tumbada sobre inmensos lanchares de granito.

Miro como se abre el infinito cielo azul

entre huecos que dejan las hojas mecidas por el cálido viento,

en este estado de paz infinita

en conexión con el universo

sonrío y canturreo:

«estoy aquí de paso, soy un pasajero

no quiero llevarme nada …

me han dado alojamiento

en el mejor de los viveros…»

Curioso es el silencio del bosque,

donde encontrar refugio,

donde nada es quietud

donde todo es transformación y rotación

donde para mi, todo cobra sentido

y me transformo en hojas de yerba

para halagar las nuevas pisadas

de otros verdes errantes,

para que vuelvan a resonar en el monte

ecos de curiosos viajeros.

«Nostalgia»

La lluvia cae,

cae la lluvia.

Miles de gotas salpican el cristal,

Chocan contra los tejados

bajo los que fuimos dos amantes,

resbalan sobre mi cuerpo mojado

en carrera hacia el infinito.

La lluvia cae,

cae lluvia.

Lágrimas transparentes reflejadas

en tus ojos verdes,

verdes como mi mar verde,

en el que navego todas las noches

en busca de tus recuerdos.

La lluvia cae,

cae la lluvia.

Mi vista se pierde en el horizonte

de los bosques verdes,

verdes como tus ojos verdes

desdibujados por la niebla.

La lluvia cae,

cae la lluvia

triste música del corazón,

música para los instrumentos

de mi cuerpo

corcheas, fusas y semifusas

misma unidad de pulso.

Notas nostálgicas para el pensamiento

de un amor que quiso ser,

y no pudo.

«Embriagante primavera»

Impaciente ya te espero
a que nazcas otro año,
a que brotes en mi mente,
y me acaricies con tus flores
arropando mi cuerpo.

Aire nuevo, aire fresco,

gotas de rocío

se deslizan por mi rostro

añorando dulcemente tu recuerdo.

¡Hazme sentir viva!
Lo pienso y me estremezco.
Quiero tenerte presente,
vivir, reir intensamente.
Que tu fragancia atraviese
toda mi piel y la transforme,
como cada año haces
embriagante, primavera.

Seguro que me asombras
y viajas acompañada
de otro amor sorprendente,
de esos que dejan huella
y se quedan eternamente,
de esos que con un beso
enamoran para siempre.



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