Soy una profanadora de palabras,

Una verdadera ladrona.

Uso y abuso constantemente de ellas,

y con algunas me encariño demasiado.

Las amo, casi como a cada célula de mi piel.

Me atraviesan, me recorren, las degusto,

las desarmo, les temo,

las pronuncio, las escucho

las regalo, las leo,

las corto, las pego, las quemo, las canto

las imagino, las modifico, las combino.

las manoseo, las enlazo, las deformo.

Robo palabras todo el tiempo.

Desde aquel primer día que dije la primera y sentí que era libre,

pero también una esclava,

esclava de mi impulso cleptómano,

el cual con el paso de los años se incrementa.

Soy una profanadora de palabras,

una verdadera ladrona.

Pero hay veces que las callo,

las escondo, las mezquino,

las bloqueo, las encojo,

y es ahí que el silencio se vuelve ensordecedor

y juro que no me deja dormir.

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