El poder enferma a los hombres
Poder enfermizo que contagia al hombre,
maligno sentimiento que usurpa la identidad
de amar, abrazar, besar y compartir.
Al tenerlo, se desea acumular más,
poder que va enfermando al alma
hasta podrirla y hacerla inservible.
Los hombres van en búsqueda del
poder, aniquilando las esperanzas
del futuro, demoliendo y dejando en
ruinas la verdadera esencia
de la existencia. El poder mata
vertiginosamente las almas,
llevándolas al olimpo del infierno.
El poder corroe lo bueno y sano,
maltrata escandalosamente
el espejo del alma.
El poder hace cerrar
con candado el edén
de las oportunidades
de vivir y reír.
Poder inhumano,
que quiere todo ciudadano
tomar de la mano.
El beso de un verso
Beso regocijado en un verso
que allana los sentidos
y eleva las razones
a lo irracional.
La noche vino apurada.
La lluvia nos visitó desde
temprano. Las plegarias
se pierden entre llantos internos
que no dejan de detenerse.
Los caminos se borran
entre charcos nostálgicos.
No existe drenaje para
la melancolía inseparable.
Usufructo paladar táctil
que hace de las manos
y un papel, un trozo del alma.
Los caudales de sentimientos
fluctúan como remos
sin destino fijado.
Ramificaciones de un poeta
en el martirio de su vida y obra.
Cántaros de llantos
se van deslizando en
las noches de luto.
Luces sin brillos
Luces opacas, brillo que navega
en la pendiente de una noche fría.
El poema muere con la incertidumbre
de las madrugadas soñolientas.
Alumbrar a medias, sueños vacíos,
pesadumbre de pasados con escenas
interrumpidas. Caricias ásperas
que maltratan la piel y mutilan
las historias. Rompimiento
del hilo de los misterios,
llantos atrapados en la
cápsula de emociones fracturadas.
Neblinas que minimizan
las luces en los faroles.
Noches oscuras en el
puerto de mis razones.
Encendida luz con
locuras al viento.
Remos cansados
en el velero
de mi destino
y la desdicha.
Luces que no iluminan.
Frío en el alma
El alma se adhiere al frío.
La madrugada corre
hacia el abismo del amanecer.
Subyacen las memorias
en el pináculo del espíritu
que se abraza con fuerza
al propio tuétano.
Soñares que se atrapan
en la burbuja de un poema.
Banalidades del arte
que imponen sus estilos.
El silencio con sus
despertares rugiendo,
y letras que vienen naciendo.
Frío que se pega al alma
desenfrenada. Tormento
del calvario y crucifixión
dolorosa que hace crujir
los ojos en la convicción
de un alma fría. Soledad
inoculada en espacio confinado,
soportando el corte de una
lágrima que no se niega a salir.
Miedo a la nada
Miedo a la nada y al infortunio
de vivir colapsado en un inmenso mar.
Ahogado en las penurias del calor,
auspiciador de amor
que revolotea en la
desesperanza de mi mundo.
Miedos que se reflejan en la
mutilación perfecta de los sueños,
regando en un desierto,
matando la esperanza de un
cielo azul donde se pintan
las aves y sus acrobacias.
Expandidos miedos que recorren
la piel en toda su magnitud.
La luna ausente y las estrellas
dormidas paralizan al universo.
Las melodías son repartidas
por la brisa que va por todos lados.
Los huesos son víctimas del miedo
que hacen que la sangre pase a un
estado sólido de manera instantánea.
La vida tan extraña en sus momentos,
negra y blanca, depende de los miedos.
Los pueblos son versos al descubierto
Los pueblos son versos al descubierto,
las calles, sus historias, sus estructuras,
todo ello, representan versos al desnudo.
La poesía se esparce con la suavidad
de un pétalo caído, despojado de la rosa
que llora cuando parte de ella se desprende
por no tener la fuerza de abrazarse a ella.
Los pueblos son versos que suavizan
la superficie de la playa mansa y bravía.
Poemas que representan sus gentes,
rostros, gestualidades y pueblos.
Los pueblos son declamadores de
la poesía que no se desvincula,
que jamás llega a morir.
Versos que recorren campos
y ciudades, sin desligarse de la
esencia del sentido de pertenencia.
Los pueblos son versos al aire,
al descubierto, presentados al universo,
al beso íntimo y profundo de los
océanos que abrazan
con el misterio que les caracteriza
en las magnitudes proporcionadas.
Marionetas de un titiritero
Gentes que lloran, gentes que ríen,
marionetas preferidas del titiritero.
Fábula, misterio, realidad, sombras
y claridad se asoman al universo.
Las maniobras son perfectas,
las escenas auténticas,
rodajes de vidas que
se inmiscuyen en las penumbras
de los cielos. El espectro rojizo
cubre a la especie humana.
El frío, el calor, la amistad
y la enemistad se presentan
como relámpagos y centellas
que serpentean en los campos
y ciudades. La maestría se
manifiesta como una inédita obra
que busca no desvincularse
de la vulnerabilidad y la sensibilidad.
Lágrimas contentas esbozan
los pétalos en las rosas y las
hojas muertas. Arrugado corazón
de esquirlas a la tierra,
entonando versos de una canción.
El quijote perdido
Quijote perdido entre sueños despiertos,
dulcinea no hallada entre batallas
fantasiosas que nunca se han dado.
Los besos se esfuman entre la nada y lo mucho.
Los ojos desorbitados parpadean entre los laureles
de un caballero sin títulos ni glorias.
La alucinación divaga junto a una
armadura inexistente.
El corazón se agita con premura
y sin sosiego que calme la ansiedad
y el deseo del perfume de una mujer.
Los actos sublimes consagran
el ímpetu de un investigador,
explorador de las fantasías poco
imaginadas. El coraje invade
la sangre que recorre el cuerpo
y que escasamente bombea hacia
el cerebro, que sólo piensa
en la fémina de sus sueños exaltados.
Los senderos se hacen interminables
como los mares y sus aguas.
El quijote se siente poeta
en la penuria de su tranquilidad.
Lágrimas del ayer
Recuerdo como si fuera hoy, las lágrimas del ayer,
las que hicieron brotar la personalidad del poeta,
las mismas que incitaron al zambullido
de las melancolías entre aquellas neblinas
que son tan mías como mis recuerdos.
Pasado de mis tentáculos sentimentales
a los cuales me aferro como la brisa
que hace bailar las hojas de los árboles,
con la facilidad espontánea de respirar
aire puro del ayer que no se va, y del que
tampoco quiero despedirme.
A veces, ese olor del ayer
me visita por las noches
y se hospeda en mi piel.
Mis cocuyos olfatean
las lágrimas del ayer.
Con ahínco poético
el arte se cuela entre
recuerdos que duelen
en demasía. Las heridas
no han cicatrizado totalmente.
Quizás, la sutura y los medicamentos
no han sido efectivos.
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