«En verdad hay que viajar»
me dijo aquel mochilero;
yo, por prez de aventurero,
su consejo fui a tomar.
Tras el mapa desdoblar
fui con mi dedo señero
que, por señas, fue certero
mi destino a señalar.
«Primero lo que va primero:
a París, de allí hasta el mar
¡y en un barco al fin zarpar
para ver el mundo entero!»
Con equipaje ligero
todos me vieron marchar,
mas en saliendo del lar
caí en cayente aguacero.
Para comprar chubasquero
y así la lluvia burlar
ocurrióseme mirar
dentro de mi monedero.
Mas el vacío agujero
me hizo volver a entrar
en razón y en el hogar.
No hay viajar si no hay dinero.
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