Observo calma el fuego que me acompaña
mientras las arvejas se cocinan lentamente
y voy saboreandolas junto a sorbos de miel.
Yo soy la emperatriz justa que descansa a la orilla del camino.
Entonces abro la puerta de la cocina y acerco mis lanas
me contemplo libre de ti con mis pies en la llamas
mi cuello, mis cabellos se enmarcan en un velo
como si en estado de viudez me encontrara.
Es la paz de tu distancia, el luto de mi redención
El pañuelo rojo carmín que me regalaste
Porque quizás tu amor pesaba como un trozo de tela.
Y cuando te fuiste sobervio, bello, frio hierro
quemar en ritual de brujeria este pañuelo
no fue opción, sino idea contradictoria del te quiero.
Y con las fuerzas levantándome de las cenizas
con las piernas lánguidas por una promesa de amor
usé este paño como símbolo de mis fuerzas
por lo que significa levantarse despues del despojo.
Antes de conocerte pensé que soñé contigo,
te dije -Tú eres el elefante rojo: una aparición
ahora miro mis lanas en las llamas
y sé que esa visisión siempre fui yo.
Yo soy el elefante rojo.
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