​Mujer (sola) en un bar y otros poemas

​Mujer (sola) en un bar y otros poemas

Miguel Fernández

12/09/2019

Sentada en la esquina

De tu inquietud y tu deseo,

Sorbiendo con parsimonia

Tu caliente café de indiferencia,

Contemplando el transcurrir

De almanaques y personas,

Esperando una lluvia de magia

Que no llega.

Las gotas caen, sí,

Pero se deslizan perezosas

Sobre tu espejo y

Se hunden en la tierra

Queriendo ser mar.

Y hasta el mar se evapora,

Y regresa a su nube,

Y vuelta a empezar

Con ese café inagotable,

Ese deseo inabarcable,

Que continuará sentado en aquella esquina,

La misma con la que comencé este poema

Tan incierto como la memoria

Inventada de los días,

Y donde las lágrimas son estrellas

Y los besos son fugaces,

Donde la muerte se agazapa para cantarte queda

Frágil

Gente rota
espíritus doblegados
con el sol martilleando sus cabezas
sacándoles surcos ardientes a las cosas
asfalto desplegado hacia el infinito
y el rastro de sus espaldas serpenteantes
soportando el peso de sus cielos caídos
los abrazo
a esos monstruos repletos de ternura
a esos perdedores sin salida
a los vacíos de amor
de caricias y de vías de escape
atrapados en cárceles de hormigón
prisioneros cuyos patios de recreo
son la despiadada ciudad
de soportales políticos corruptos
canto a aquellos que atrapan
la arena de la playa entre sus manos
y se les escurre entre los dedos
y vuelven a coger otro puñado
a los que anudan la esperanza entre sus dientes
y la desgarran hasta ingerir el último bocado
a los que dejan sus miembros desperdigados en el camino
en un peregrinar sin sentido
hacia el abismo insondable de sus mentes
locos asesinos de ideas
brotes de primavera
¡Os saludo! ¡Os canto! ¡Os amo!

Accidente

Las saetas detenidas eternamente
Sobre un desecho de paloma
Una mancha marrón persigue su
Rastro líquido hasta un charco de humo
Que parece colgar del cielo
Como una telaraña
Hijo muerto, hijo muerto
Su rostro y su cabeza
Hechos metal
Trasformados en cromado abigarrado
Con forma de acordeón
Del que surge una música fúnebre
Como toses agónicas
Que llaman en la matutina niebla
A un buque perdido y sin destino
Hijo muerto, hijo muerto
Una certeza que no es posible
Por increíble
Un dios dormido sobre nubes rojas
Como algodón de feria
Un grito que rompe los cristales del día
Como el parabrisas ha estallado sobre el cuerpo
Del hijo
Padres muertos, Dios muerto

Un sueño absurdo para una noche de insomnio

Una larga lengua de alquitrán
despliega
tres cruces
tres semáforos
tres cuerpos en la misma posición
McCoy, Kirk y Spock
con sus pijamas de colores.
Un policía con aire marcial
dirige el tráfico para sortear los cadáveres
Yo, sobre la acera, infructuosamente
trato de sacar una artística instantánea
(la fama se desangra en la calle)
Arriba, la luna lo llena todo, menos la luna

Tarot

La echadora de cartas

Vino por la tarde

Y me leyó las líneas de las manos

Curtidas por el frío y el lavavajillas

Aseguró que mi destino se veía claro y limpio

Buen comienzo

Pensé

Después me invitó a un té

Con pedigrí

Y también leyó sus posos

Entonces lo veía todo negro

Hizo la media

Y decidió que ya había llegado la hora

No mi hora

De atreverse con un peso pesado

De acertar en los naipes

Lo que ni Dios había escrito

Su miope perspectiva

Cabalgaba a lomos de una gruesa nariz

Y Nostradamus también muerto

Profecías erradas

O certezas con cara de payaso

La echadora de cartas es un chiste impredecible

Con el colorete derritiéndose por sus mejillas

La cita

Una noche

Me buscó la historia

Un recuerdo

Perdido en algún rincón

Bajo la cama

Cogiendo polvo y pelusa

Respiraba con dificultad

Una gota de lluvia

Se deslizaba por el cristal

Del otoño

Ansiando ser mar

Tenía una cita

Pero la muerte no acudió

Zeus vino de visita

Y se marchó antes de lo previsto

La historia

Registraba en los armarios

Sin hallar más que ropa agujereada

Mi escondite era evidente

Pero me convertí en piedra

Las luces bailaban

En el cielo

Sus ritos de apareamiento

Rasgaban las nubes con su estruendo

La certeza era efímera

La vida era efímera

El amor era efímero

El mar ya no podía contener más gotas de lluvia

Zeus volvería otra mañana

O eso dijo

A recoger mi perdido recuerdo

Sucio y polvoriento

La historia se quedó en el armario

Junto a las polillas

Y la muerte decidió

Que mejor quedábamos otro día

El viaje (the trip exactly)

Exactly

Strangers in the night

Frank tiene muchas deudas

Y ya no canta como antes

Susurra villancicos

A los monstruos de su cabeza

Los adornos navideños

Han crecido con los años

Como hijos bastardos

Como unas relucientes fiestas por estrenar

Como un balbuciente bebé que demanda alimento

Como un poema sin sentido

Un rosario de palabras espectrales

Que vinculan el cerebro con las cuerdas vocales

Strangers in the night

Exactly

La esposa de Frank

Ya no es su mitad

Es la mitad de otro

Frank tiene un boleto de la suerte

Y piensa que esta vez sí

Pero Frank se equivoca

Siempre ha estado equivocado

Sobre todo

Exactly

Frank tiene los bolsillos vacíos

No tiene trabajo ya

Sigue andando

Pero está muerto

Ya lo estaba mucho antes de nacer

Pero Frank se equivocaba

Como no

El propio Frank es una alucinación lisérgica

Del propio Frank

Es más

De la propia sombra de Frank

Exactly

Strangers in the night

Lo mejor

es que todavía no lo sabe

Horror Vacui

Aterradora simetría
la del tigre y sus ojos
que te buscan en la noche
el vacío no tiene las respuestas
aunque devuelva tu mirada
los monstruos despiadados
flotan como nubes sin destino
no obstante controlan el futuro
un futuro
¿tu futuro?
nadie te rescatará de la ballena
tu alma condenada vagará
entre lápidas rotas
arderá sola en el infierno
aunque robes cruces en el cementerio
aunque no temas las visitas de los muertos
no más hijos de madera
no más dioses amnésicos
ni ángeles perdidos
o demonios internos
tampoco tigres
tú, sólo tú
en la inmensidad verde de la jungla
y esos ojos que te juzgan…
claros y profundos

como la armonía de los huesos

Arterias vegetales

Madres zarabandistas

Bajo un sol de invierno

que engulle a sus retoños

Entre árboles y bancales

Auspicios primordiales

Raigón valiente

Frente a frondas tardías

Refulgen el aprendiz y el maestro

En la distante espesura que es verde

y seca promesa

contra los vaivenes de Cronos

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