Dispara con los ojos

miradas ciegas

a los atardeceres,

Hirientes brasas.

Busca la precisión del

verdugo,

en la búsqueda de señales,

De otros que vivieron y

fueron

Y existieron por encima

de la palabra.

El hueco que deja tu

nombre,

al tensar el arco,

es el rastro evidente

de tu presencia.

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