No sé de lápices ni de tintas,
pero le escribo al amor
no sé de notas ni de rimas,
pero le dedico unos coros a la vida
no sé de pinceles ni de acuarelas
pero trazo unas líneas por el dolor.
En definitiva no importa.
Aquellos que saben de estructura y de métrica,
se olvidan del impredecible corazón
aquellos que leen pentagramas,
sortean a la muerte y sus fantasmas
aquellos que dominan la técnica del pulso
disimulan la felicidad y su curso.
Pues viene lo que importa:
Que los papeles se impregnen en los corazones
y en la inercia florezcan pasiones
que en el eco de un salon solitario
se escuche la letra de un soneto esperanzador de días
que de lo oscuro y abstracto de un cuadro
reconozcas a aquel muchacho y escuches su llanto.
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