Acláreme, mujer, una duda
que ya sabe que la aprecio
y que aunque sea todo un reto
descifrarle quiero
tanto en sus misterios como en sus simplezas
porque amarle no me cuesta
pero el entenderla difícil hace que me sea.
Quisiera ahorrarle, mi estimada, las molestias
y no venirle con preguntas insistentes
pero prometí no dar lugar al silencio
en vista de lo dicho por usted,
sobre eso de que bien le hago y que me quiere
y en consecuencia con lo que yo mismo quiero (a usted)
y porque falta me hace y ayudarle quiero
a transitar por los caminos malos;
que todos suelen serlo.
Me disculpo de antemano, mi señora
si es que siente que no capto sus mensajes
y si forzada se siente
a decir con palabras
lo que debería asumirlo mi buen entendimiento
pero convengamos que, aunque empeño le pongo,
eso no lo tengo
y si dibujarme puede algún bosquejo
explicándome sus sentimientos
bien me vendría en estos momentos.
Siendo yo un ser pensante
y no necesariamente uno bueno
y siendo hombre con dudas
me cuestiono que en sus tiempos
un minuto no le quede
para decirme que sigue estando
que todavía estamos y avanzamos
hacia donde sea que nos hayamos estado dirigiendo
y es que pensar que ya no estamos
y que ya no avanzamos
no quiero ni asumirlo ni aceptarlo.
Tal vez se ha cansado, bella dama, de sentir que la persigo
con mis cartas de noche y mis preguntas de día.
Tal vez mis pianos han dejado de parecerle armoniosos,
que de talento carezco.
Tal vez no quiere atenciones de un ser lejano
que al final del día de nada le valen.
Los tal veces son tristes cuando cae la noche
y también cuando nace el alba
pero más tristes son las dudas inconfesas
que ahogados nos dejan
en la incertidumbre y en sus penas.
Respóndame entonces usted,
se lo pido con franqueza
las preguntas que me inquietan y me quitan la cabeza.
¿Me ama usted todavía?
¿Ha sido su existencia más que un sueño dulce
que feliz me ha hecho
desde el corazón hasta la boca?
¿Se siente implicada en este lío
que aún con lo difícil
me parece algo tan lindo?
¿He estado, mi querida, amando solo
interpretando sus sentimientos bajo mi propia perspectiva y solo por mi acomodo?
Las indirectas me confunden
porque creo aún en las palabras
pero firme me pongo para expresarle
(y honestamente espero equivocarme)
que sus señales,
al amor que me ha profesado,
en gran parte contradicen.
Y no vengo yo a exigir ningún tipo de explicación,
porque no tengo derechos ni quiero imponerle presión.
Pero mi corazón se ha involucrado y mi amor le pertenece
Y necesito saber, si es que ambas cosas usted quiere.
Si ha perdido las fuerzas
y se ha entregado a la soledad por un momento,
nada puedo decir más que lo respeto
porque aunque quisiera ofrecerle mis brazos por refugio
hacerlo hoy mismo no puedo.
Pero sepa usted, mi señora,
que de todo corazón yo la quiero.
En tal caso le aconsejo, jovencita,
que no cargue con tanto peso
y que se desahogue con alguien que la ame;
Yo mismo a usted me ofrezco.
No olvide que sigue cerca de los treinta
y que toda una vida por delante tiene
y si ayuda necesita
acompañarla para siempre sería para mi una gran dicha.
Ni se le ocurra a usted pensar que me agobia
cuando la tristeza la busca
o le vienen los problemas.
Lo único que me pesa son los silencios
y aunque solo quejarse quiera dadas las circunstancias,
mientras no me deje aparte
eso a mi me basta.
Aunque débil le parezca
y en desventaja quede yo al abrirle mi corazón
sin ocultar la fragilidad que el hacerlo conlleva
le diré sin miedos que la amo.
Le he dicho que soy suyo
y cada tanto miro el móvil
esperando una palabra que acuse que me piensa
que me estima
y que de verdad me quiere cerca.
Y no quiero ofenderla cuestionando sus palabras
pero lo quiero todo con usted
y me impone inseguridad esta distancia.
El amor puro no se mide
y cuando busca siempre encuentra;
quiero encontrar una sonrisa en sus ojos
y un te amo en sus labios.
Si en este amor de locos me he quedado solo
no me deje en la espera.
Considere que usted es mi tesoro
y no la abandonaré por mi propia cuenta,
y no es por falta de fuerzas
sino porque he visto su belleza
y no he visto otra cosa en la tierra que tanto se me apetezca.
Si usted quiere que me marche
tendrá que decirlo.
Si quiere que me quede,
me bastarán pequeños mimos.
Si la he cansado,
bienvenida al universo.
Si me necesita,
estoy dispuesto a ayudarla en todo lo que pida.
Si le teme a lo que pase mientras pase el tiempo,
esto le ofrezco:
si me ama usted y quiere que la espere
lo haré por toda la vida.
Habrá comprendido
al leer esta letras
que no soy poeta
y que estas formas de escritura me cuestan
pero quería usar un método
que tan ajeno ya no me suena,
para presentarle mis preguntas;
eso sí que es algo muy mío.
Las dudas son mi norma
y las preguntas directas
aunque molestas,
para entender las cosas es mi forma.
Si la he defraudado me disculpo.
Esto es un nuevo grito, que dice
¡Para usted sigo estando!
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