Arriba de tu torre
¿No estamos más que aterrorizados?
minuciosamente te preocupas
de lo que nunca encontrarás
no dejes que te engañe deprimiéndote
la tristeza sentada en un circulo
pliegues en el alma
por debajo del mar, de las aguas saladas
inclinada hacía mi resaca
huesos, sangre y dientes erosionan con cada golpe
unas alas fracturadas no podrán ayudarte al caer
cayendo se llena la tierra
y la “gravedad” orgullosa…
apenas puedes pestañear
moviendo el rostro con desaprobación
¿Cuándo se pudo convertir esta casa en un hogar mortal?
no te dejaré
no te permitiré hablarme
hundiéndote…
lo tensare
y
nada revelare…
Me enseñaste el coraje de las estrellas
antes de irte
de cómo la luz continua interminable
incluso, después de la muerte…
con tu último aliento
explicaste el infinito
de lo extraño y hermoso
que es tan solo con existir
y desde aquel día, entendí el significado de la vida
sin poder, decir palabra alguna o por lo menos una despedida
guardo aquel significado.
Imaginándote postrado sobre aquella camilla, luchando con todas tus fuerzas
no creo que hayas perdido aquella batalla, la ganaste y fuiste recompensado a no sufrir más.
A decirle adiós, a este mundo maravilloso y cruel.
Ahora vuelas desde lo más alto, brillando como una estrella, en la gran constelación del universo.
Un «buenas noches, es hora de ir a dormir la luna te está cuidando a ti y a tus sueños, mi dulce pequeña, mañana tus ojos iluminarán el sol» me hubiera gustado oír por última vez…
no quedan más que arrepentimientos, cascarones rotos llenos de dudas, de lo que fue y de lo que nunca será.
Un hombre fuerte, con una apariencia robusta con una sonrisa brillante y su pequeña corriendo hacía el diciéndole «papá te amo» son cosas que atesoraré en mi alma fracturada…
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