Entre risas y fiesta nuestro ser está hueco,
nuestra alma rota rueda por la aridez de este mundo,
la soledad se esconde entre la compañía del montón,
la alegría es el roce de nuestros pedazos.
Nuestra alma es de cristal en un mundo de hierro,
donde nuestro interior esconde las cicatrices de la vida.
Aquí nadie está entero,
todos estamos rotos, partidos y marcados,
pero todos buscan la armadura que lo hace sentir entero,
la máscara que corresponda a cada ocasión.
Todos se complementan con fragmentos de lejanía,
con cosas que no encajan con su esencia,
pero que termina llenando temporalmente un vacío de fábrica.
El ser humano no es otra cosa que un manojo de pedazos
que buscan alinearse en un mismo horizonte.
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