Tres versiones de la realidad: real, virtual y realidad aumentada.

1) El Diario: El Heraldo, Concordia 20 de agosto de 2017.

En un insólito y confuso accidente, un conductor murió camino al Hospital Delicia Concepción Masvernat, tras chocar a un peatón que falleció -en el acto- al golpear su cabeza sobre el cordón cuneta, pleno centro de la ciudad en calles Urdinarrain y 25 de mayo. El accidente fue reportado a las 10:20 horas de ayer sábado, en dicha calle sentido contrario a su mano, ya que el rodado se dirigía marcha atrás y en contra mano culminado su camino sobre la fachada de una conocida inmobiliaria esquina 25 de mayo. En el sitio y a consecuencia del brutal golpe recibido, murió un hombre de unos 32 años, identificado como Amílcar Dos Santos. Mientras que el automovilista identificado como Juan Sortiño Aljarras, de 33, fue auxiliado por los Bomberos Voluntarios de la comuna que lo sacaron del vehículo y enfermeros de la Asistencia Pública lo trasladaron en ambulancia, produciéndose su deceso a causa de un paro cardiopulmonar antes de arribar al nosocomio.

Según las investigaciones del fiscal de turno, el conductor Juan Sortiño Aljarras manejaba un Ford Taunus rojo patente AHH 002, que por razones que no se han podido establecer al cierre de esta edición, envistió al peatón Amílcar Dos Santos arrojándolo a unos metros cerca del semáforo y provocándole la muerte instantánea al dar su cabeza sobre el cordón de la vereda. Una testigo, que no quiso revelar su identidad, nos reveló que habría encontrado en el lugar del choque un álbum con fotos desparramadas sobre la calle, un celular marca iPhone7 con un chat de Whatsapp entre un tal «Juan y Amílcar», todo confiscado como evidencia en la causa de “Homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor” del Juzgado Nº 3 a cargo del Dr. Kevin Porta.

2) La Nota

“Hola Juan, cuando leas estás líneas… estaré muerto. Te pido perdón por el momento que te estoy haciendo pasar, realmente no le encontré sentido a nada. Una vida llena de miedos, ya habrá terminado al fin. Sabés que no tengo valor de matar una mosca mucho menos intentarlo e mí y estuve mucho tiempo pensando cómo hacerlo… En google encontré una de las formas más cobarde, obviamente. Amigo, no te culpes de no haber podido evitar esta muerte anunciada, lograste poner luz a este oscuro letargo, hiciste mucho más de lo que creías y aunque pienses que no fuiste un buen amigo, lejos estás de eso, todo lo contrario y recuerdo la charla en la cima Huayna Picchu, nos fuimos de pálida y en un momento te dije “no tener huevos para volar en serio” y me respondiste “Dale forro, inténtalo que me tiro atrás tuyo, te alcanzo y te mato antes de llegar al piso por pelotudo…” Flasheamos tanto de las posibilidades que nos quedamos una hora y media en las nubes hasta que llegó el guía con dos guardias para bajarnos. Sabía que era cierto, lo que me dijiste ese día, y si te dabas cuenta de que estaba planeando mi partida, seguro vendrías y habrías cambiado el escenario de hoy. A esta altura ya habrás llamado a la policía, seguro habrás entrado a casa con la copia escondida en el farol, la misma que usabas en la secundaria cuando gracias al pedo que traía, me entrabas derecho a la pieza para no tocarle el timbre a la abuela; habrás visto las tres valijas sobre el sofá: la azul es tuya, tiene ropa, el iPhone liberado, toda la guita de las cuentas que ya están cerradas y el cinto de nobuk celeste -que no se te perdió-, yo te lo robé porque nunca me lo quisiste prestar. Las otras valijas son para la biblioteca de la escuela, dónalas a tu nombre porque los curas de mierda nunca van a permitir que lean libros de un alma suicida. Como estarás viendo la casa está vacía, como mi vida. Ya vendí todo, la mayoría de cosas regalé, tiré o quemé como la colección de Jorge Bucay que se estará ardiendo en la parrilla todavía. Por las dudas si no lo hiciste, también avísale a los bomberos y explícales que no se atrevan a forzar las puertas del auto para sacarme, ni se rompan los vidrios, modifiqué los seguros de las puertas para que no puedan abrirse -por las dudas me arrepienta- la única forma es por el baúl y cuando lo abran se apagará el motor. La manguera del caño escape entra por debajo de los asientos de atrás, y esas butacas las retiré para que puedan sacarme por ahí. Dejé el 08 del Taunus firmado en la escribana Ruma Pérez, el auto es tuyo. No es macabro ni mucho menos, eres la única persona en el mundo que moriría por tener el Taunus GT bermellón, y es mi deseo que sea tuyo, tómalo como una indemnización por la amistad que me diste. No quiero velatorio dejé todo arreglado para la cremación y no te pido que estés, solo te doy las gracias por tanto y no te preocupes porque ya lo he decidido todo, lo que si te pido es que cuides el auto y andes tranquilo, no vaya a darte la locura de pisarlo y mates a alguien. Las campanas de la catedral me suenan a despedida sin embargo esta alma vencida no escucha ningún llamado. Nos vemos en el piso.”

Éste fue el mensaje que Amílcar le dejó a su amigo en un archivo encriptado y forma parte del expediente policial junto al análisis del forense digital del celular encontrado en la zona del accidente. Según consta en fojas 58 y 59, del detalle de investigación policial arrojó el chat de Whatsapp entre Amílcar Dos Santos y Juan Sortiño Aljarras de las 10:27 del sábado 19 de agosto:

Amílcar: 56896651 V/

Juan: ¿Qué hacés? ¿Y eso? ¿El número de una minita para festejar tu cumple? V/

Amílcar: No. Es la clave de un archivo V/

Juan: uhhh vos con tus cosas raras y misteriosas, ¿de qué es? V/

Amílcar: A la siesta ven a casa y entra a mi compu. V/

Amílcar: En el escritorio, hay un documento que se llama Juan.doc y ábrelo V/

Juan: Vos y tus pelotudeces de siempre, aguanta que voy… V/

Amílcar: No vengas no voy a estar V/

Juan: voy igual V/

Amílcar: NO!!! V

Amílcar: Esperááá´, VOY YO!!! V

3) El video:

La investigación no tenía principio ni fin, solo dos muertes relacionadas por la fatalidad y el vínculo de amistad entre los occisos. Los peritos informáticos, al acceder a las redes sociales de ambos, descubren -a primeras horas del domingo 20 de agosto- un video subido con la opción de “publicación programada de Facebook” en el muro de Amílcar Dos Santos y publicado por él mismo, el que contaba –a seis horas de haberse publicado- con más de 278.600 visualizaciones y 4510 comentarios. El lúgubre video de 9 minutos realizado por un sistema cerrado de tres cámaras simultáneas de vigilancia, montadas en la entrada, living y garaje de la casa, conectadas y programadas para filmar los últimos minutos de vida de Amílcar Dos Santos. En el video se lo ve a Amílcar en el living, manipulando su celular a las 10:26 del 19 de agosto, y en un momento se desespera, la cámara inteligente sigue su movimiento y se muestra saliendo de la casa. Juan, luego de chatear se dirigió a la casa de Amílcar, y éste a su vez, había salido a su encuentro y por esas cosas del destino se cruzaron sin verse. Llega Juan, toca timbre y no atiende nadie, sabiendo de la copia de la llave en el escondite de siempre, la saca y abre la puerta. Todo esto registran las cámaras de video a las 10:28. Para su sorpresa la casa estaba casi vacía, los muebles tapados con sábanas y acolchados y llegando al final del pasillo desde comedor, gira y ve unas valijas sobre el sofá grande. En el video se ve la computadora apagada Parece asombrado de lo que mira y se dirige a la mesa del comedor, se detiene un momento en un sobre con el membrete de la escribanía Ruma Pérez, y toma las llaves de un auto. Al momento de encontrarse con las llaves se le nota una mueca evidente de satisfacción y camina por un pasillo y en segundos, aparece en la tercera cámara ubicada en el garaje. Son las 10:29. No pudo con su genio agarró las llaves y se subió. En el asiento del acompañante se ve un marcador, un álbum de fotos, mapas de rutas, tal vez recuerdo de viajes y se lo nota queriéndose acomodar para tomar el volante. Cierra la puerta y al auto se pone en marcha automáticamente. A Juan no le llama la atención porque parecía de esas locuras que Amílcar acondicionaba todo a su genio y siguió. El ronroneo del motor –que se escucha perfecto en el video- parece haberlo seducido a mirar los recuerdos, toma varias fotos y las observa, en un apartado está el viaje a Machu Picchu, los boletos de estadía y excursiones y saca aparte una foto postal escrita con marcador negro: Hoy voy a volar al fin…!!! En el video se percibe un humo blanco dentro del auto, son las 10:31 y Juan empieza a sentir picazón en los ojos -se observa refregándose con los puños de ambas manos-, sin percatarse de que una manguera está llevando monóxido de carbono dentro de un auto sellado. Se nota una sensación de desmayo. Con algo de fuerza trata de jalar la manija de la puerta y no abre, tampoco la del acompañante. Ahí parece haberse dado cuenta que su amigo había preparado su tan esperado final y entendió el por qué no quería que vaya a su encuentro: ahora estaba en el lugar incorrecto en el momento incorrecto, ya era tan poco el oxígeno que sus brazos y piernas no respondían. En un intento desesperado, pone el auto en cambio apoya todo el pie sobre el acelerador y choca la pared sin lograr que el motor se detenga, vuelve a poner en cambio, esta vez marcha atrás aunque en vano, el pie no llega con fuerza al pedal y su cuerpo empieza a caer sobre el volante.

El video marca las 10:34. Cinco minutos alcanzaron, para que la sangre de Juan quede envenenada por el monóxido de carbono y el peso muerto de su cuerpo hace que el pie de apoco -pero hasta el tope-, acelere el auto y rompa la puerta del garaje saliendo cuesta abajo hacia la calle Udinarrain. El video corta a las 10:35 A una cuadra de su casa volvía Amílcar sin toparse con su amigo que salió a su encuentro, distraído no advierte que un auto rojo -marcha atrás- viene hacia él.

Vidas cruzadas.

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