Pinochet en Chile.
Videla en Argentina.
Somoza en Nicaragua.
Trujillo en República Dominicana.
Stroessner en Paraguay.
Ríos Montt en Guatemala.
Por mencionar sólo a unos cuantos
que la historia de Sudamérica
han ensangrentado.
Son las 15:30 de un jueves cualquiera
frente a la casa rosada.
Bajo el sol, la lluvia o la nieve
guardan silencio
las madres de mayo
mientras giran despacio
alrededor del monumento central
en la plaza de Buenos Aires capital.
…
Entretanto
el fugitivo huye
asustado, hambriento, aterido de frío.
Como un animal salvaje
resopla buscando el aire
pues siente el aliento de los secuaces.
Sus ojos
dos luces negras que se salen de sus cuencas.
Su vientre
un acordeón vaciado por el espanto.
Sus pies
su bien más preciado
entre esos montes que le observan correr.
Corre hacia la frontera
lo hace
por caminos nunca transitados,
entre pinos, eucaliptos y nomeolvides.
…
No te olvido
piensa ella
pasados los años.
…
Él,
mientras,
salta un vacío
que se había interpuesto en su camino.
…
Ella derrama una lágrima
recordando
lo que vivió aquel año.
Era 1976.
Era Chile.
Era un país esclavizado.
…
Él buscaba allende del mar
lo que con la muerte de Allende
sintió que le habían arrebatado.
“Democracia, Igualdad, Libertad”.
Palabras de un tiempo pasado
que la memoria ha grabado
a fuego, a hierro, a miedo
sin por ello
poderlo silenciar.
Porque era joven
cultivado
idealista.
Porque tenía carisma.
Porque tenía voz.
Porque la empleó.
…
Tenía un padre que le rogó prudencia.
Tenía una enamorada que le suplicó calma.
Tenía una madre
que le pidió cuidado, le reclamó tranquilidad, le imprecó paciencia, le imploró que se aguantara…
… La destrozó
– No lo hagas. Te matarán.
– Lo intentarán.
– No lo soportaré.
– No podrán.
– Me moriré.
– No serás capaz…
… Lloró.
– Ellos no vencerán.
– ¿Crees?
– Lo sé.
Y corre
Por su vida.
Por sus ideas.
Por su país.
Sin tiempo
sin despedidas
sin nada.
Un aviso
– Están sobre tu pista. Saben quién eres.
– ¡Corre!
…
Ella llora
mientras su patria agoniza
bajo la bota
que a todos pisa.
Ahora,
pasado el tiempo
abre los ojos y observa una foto.
Era tan guapo como su padre. Piensa.
…
Entonces él tropieza
con una línea.
Es la frontera
está a tiro de piedra.
…
La han pisoteado los años
la anciana tiembla
encanecida
por una vida con sabor a cenizas.
Sabe a Pinochet
acabado
desprestigiado
muerto y enterrado.
Pero a ella
¿quién le devuelve lo que perdió ese año?
…
Entonces da un paso
dos, tres, cuatro.
Ya está al otro lado.
Ha cruzado.
Y lo oye
lo siente
… y deja de sentir…
… Los secuaces del malvado
lo han alcanzado.
Un disparo
y su vida se ha acabado.
…
Pero la memoria
queda
obstinada compañera
ella la conserva.
Como las mujeres que están ahora reunidas en la plaza de mayo.
Silenciosas camaradas
hermanas, hijas, esposas
y madres igual que ella.
Victimas pasivas
de este juego de soldados
que gustan de usar los potentados
aprovechando la ignorancia de muchos
la maldad de unos pocos
y la sangre de todos
para hacer más ricos a unos cuantos.
Siempre guiados y amparados
por la mano que mece la cuna
de la economía.
Esa arma poderosa
que a todos nos calla la boca
dejando en silencio postrado
a las madres de mayo
representantes de tantas y tantas heroínas
de la historia de América Latina
a las que Elescritorsinletras
ha pretendido
rendir homenaje con este poema.
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