Caminando por las calles que en su momento eran hermosas de mi querida Argentina, cada cuadra era una tristeza más, se notaba en la cara de la gente, en su andar y como se encontraba en ese momento.

Durante años sufrimos represión, vivíamos como podíamos, hoy siento que de a poco estamos volviendo a esos años que seguimos tratando de olvidar, día a día es cada vez mas difícil, desde un bebé que todavía no nació, hasta alguien que ya cumplió su ciclo. Es imposible dormir tranquilo sin pensar que alguien puede interrumpir tu noche, es abrumador que si tus hijos salen pensar que quizá no lo vuelvas a ver y tengas que ir a reconocerlo en cualquier lugar oscuro, triste pensar que un día que venia siendo perfecto, entre risas y demás, termine en una tragedia y llevando flores a alguien que no merece estar de ese lado.

Hoy en día es más fácil apuñalar a alguien que no tenga los mismos puntos de vista y no comparta las mismas opiniones que vos, que debatirlo como se debe y aceptando cada cual sus diferencias, es muy triste pensar que llegamos a ese punto, donde nada se puede discutir siempre pensando en el bien de uno mismo y el prójimo. Nos volvimos personas irreconocibles, pensando poco y opinando mucho, a veces sin saber o informarse del tema.

Ver como tu país se cae lentamente y no por sucesos de ahora, sino por hechos de hace años son los que hoy nos están afectando más, lamentablemente es costumbre salir y ver a niños que no sobrepasan los 8 u 7 años pidiendo en cada esquina o en negocios, ver adolescentes que quemaron etapas y no saben como subsistir, gente adulta despedida de sus trabajos sin explicación alguna, dejando familias enteras en las calles y por último pero no menos importante, para nada, gente mayor, sin cobrar sus jubilaciones correspondientes, sin tener sus medicamentos obligatorios porque ya no se los cubre obras sociales, donde alguien que hace una manifestación gana más que ellos, si es el cuento de el revés.

No solo sucesos políticos, sino terror en las calles para toda aquella familia que tenga una adolescente como parte de ella, con el miedo de que si sale a la puerta de tu casa, pueden ser 2 minutos que no la veas más y pensar más en un final horrible, que en uno feliz. No poder salir a tener una noche tranquila con amigos, sin que tengas llamadas a toda hora de tu familia, ya no se puede vivir con ese miedo uno mismo ni cada familia.

Más gente viviendo en cada vereda de las zonas más céntricas, donde cuando empiezan las primera heladas de invierno, las primeras personas en que vida se terminara son aquellas que habitan allí, inclusive animales.

Me entristece saber que si seguimos así, mi querido país pronto estará donde no queremos, la esperanza nunca falta, pero el ego propio de cada uno de nosotros no nos permite mirar bien y llevarnos mejor.

Es lo que mejor puedo contar de lo que se ve en cada calle de Argentina, como se vive y como tratamos, hay muchas cosas por cambiar, lo único que soñamos, es no volver… a lo que fuimos una vez y esa herida jamas cerro.

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