Esta historia empieza en una ciudad tranquila, pero no por eso libre de maldad y tragedias. Como todos los días después del divorcio, Marta trabajaba fuera de la ciudad como profesora de una escuela privada mientras sus hijos quedaban al cuidado de su hermana mayor Nina. Marta debía sostener el hogar y si bien la pensión alimenticia que David, su ex-esposo, le daba a sus hijos no era nada corta, tampoco era suficientemente abundante como para pagar las deudas que Marta tenía que solventar. Deudas que había adquirido a raíz del divorcio.

Fue en el mes de diciembre que las cosas se complicaron, más concretamente el día 31. Marta cumplía con su horario de trabajo que incluía también días tan importantes y festivos como Navidad, Año Nuevo e incluso su cumpleaños. Ella trabajaba mientras su hermana Nina cuidaba de sus dos hijos.

Todo iba bien aquel día si es que dejamos fuera la ausencia de Marta en el hogar y la reciente disolución de aquel matrimonio entre Marta y David. Nina, a pesar de ser mayor que Marta, no tenía hijos propios pero quería a sus sobrinos como si fueran sus hijos, incluso los cuidaba mejor de lo que se cuidaba ella misma.

Aquel 31 de diciembre, Nina y sus sobrinos organizaron una cena familiar para conmemorar la fecha que significaba la venida de un nuevo año. La cena era sencilla , pero eso no le quitó el sabor a fiesta y a celebración.

Después de la cena Nina y sus sobrinos esperaron hasta la media noche para poder desearse un «Feliz Año Nuevo», también se les ocurrió a los pequeños llamar a su madre para expresarle sus buenos deseos para ella en este nuevo año. Había sido un gran día en dicho lugar, todos fueronse a la cama después de aquella pequeña reunión.

Continuamente a ulterior ocurrió un hecho inesperado por esa familia: David, el padre de los chicos Daniel y Juan, ambos de siete y diez años respectivamente, llegó a casa de sus hijos a visitarlos. David era militar, por ende no pudo acompañar a sus hijos en Navidad y tampoco pudo en año nuevo, pero ahora, justo en la madrugada del primer día de nuevo año, llegó a para saludar a sus hijos.

Ring… Ring…-sonó el timbre en la casa-

Nina atendió el «videoportero». Lo primero que vió fue un hombre, aunque no pudo reconocerlo, dado que eran las tres de la mañana, dedujo que era alguien conocido.

-Buenos días-dijo Nina soñolienta-

-Hola, ¿Marta? Yo…-respondió el teléfono con voz nerviosa-. El hombre parecía haber estado bebiendo.

-¿Quién es?

-Marta, yo lo siento por…

-¿Quién es usted? ¿Cómo es que conoce a Marta?-preguntó Nina levantando su tono de voz-

-Marta, perdóname por venir a esta hora… Es que no pude llegar antes-dijo el teléfono sin cambiar nunca el tono de voz-

-¡Respóndame! ¿Cómo conoce a Marta?

-Marta, yo…

-¡No soy Marta! ¿Quién es usted?

-¿Dice qué no es Marta? Entonces, quién es-replicó confundido el teléfono-

-No puedo contestarle si usted no lo hace primero-dijo Nina en tono furioso-

-Yo soy David, esposo de Marta… Vengo a ver a mis hijos-dijo el teléfono-

-Ah, David. Mire que temprano decidió venir.

Nina atendió a David, le ofreció algo de tomar y charlaron. Nina le explicó que su hermana amén de conseguir pagar su deudas necesitaba trabajar en la ciudad vecina. Cosa que David no creyó.

-¿Cuál es su nombre?-preguntó David-

-¿Qué?-dijo Nina confundida-

-¿No escuchaste? Quiero que me digas el nombre de ese maldito.

-¿De qué hablas, David? ¡Cálmate!

-¡No me pidas que me calme! ¿De qué hablo? Hablo de ese desgraciado que está con mi mujer ahora mismo-dijo en tono exaltado-

-Escucha, David-dijo Nina con el mismo tono que usó él-: 1)Ella ya no es tu mujer 2)Si ella eligiera estar con alguien más ese sería únicamente su problema y 3)Ella está trabajando tal como te lo conté, y si no me crees ese es tu problema, no el mío. Ahora quiero que te vayas de aquí.

-No me iré. Antes quiero ver a mis hijos-replicó David en tono calmo-

-¿No pretenderás que los despierte o si?-respondió Nina-

En ese momento aparecieron Daniel y Juan quienes se levantaron tras oír el escándalo que se estaba montado en su casa. Ambos chicos permanecieron somnolientos instantes antes de ver a su padre.

-¡Papá!-gritaron los niños casi simultaneamente-. Ambos corrieron a encontrarse con su padre.

-Mis hijos-dijo David en tono alegre y siguió-, ¿cómo han estado, eh?

-No son horas para que los niños estén despiertos-interrumpió Nina-vayan a acostarse.

-Tía, ¡por favor! Papá vino a visitarnos-dijo Juan en tono entusiasta-

-Nada de eso, vayan a la cama ahora o los castigaré por ésto-dictaminó tía Nina-

-No tienen que hacerle caso a la vieja bruja. Quédense niños-dijo papá-

-¡Tampoco tienen que obedecer a ese sapo!-dijo Nina-

-Al menos yo soy su padre.

-Ser su padre no es verlos un día al año.

-Tú vieja bruja sabes que no es porque no quiera hacerlo.

Ambos continuaron en un bucle de insultos que se gritaban el uno al otro. Y los niños al escuchar la contienda corrieron a esconderse en su habitación.

Entones David golpeó en la cabeza a Nina dejándola inconsciente, aunque el creyó haberla matado ella solamente perdió el conocimiento. «No puede ser, la maté. Dios mío ahora qué es lo que voy a hacer» Ya sé pensó: me iré. No puedo hacerlo, los niños me vieron. Debo matarlos, así nadie se enterará.

David fue a la habitación de los niños y con un martillo, que halló mientras buscaba la habitación en la que sus hijos se escondían, los mató a martillazos en el cráneo.

«Ahora Marta se ha quedado sola. Ese es el precio por haberme sido infiel»-pensó David. Pero él no sabía que Nina no había muerto ni sabía que había fingido estar muerta para que él no la matara, tampoco sabía que ella llamó a la policía quién no tardó en aprender al criminal.

Y todo por esos celos desmesurados.

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