Bajé a la tierra e inicié este viaje un día cualquiera, al momento que el sol aparecía desplazando a la luna y anunciando la gloriosa aurora. Caminando recorrí el mundo, sin prisas, por que el tiempo como tal no me puede aprisionar.
Camine mil caminos, montañas , llanuras, desiertos, selvas y bosques. Observando la vida, viendo al hombre vivir y entonces lloré. Vi al asesino matar a su víctima, al ladrón robar sin remordimiento, vi al soberbio humillar a destajo, al avaro acumular riqueza sin saciarse jamás y vi al envidioso odiar la fortuna ajena. Vi al hombre destruyendo, desplegando un manto de maldad sobre todo lo creado, bestias y pares, sin distinciones. Sembrado caminos de espinas que hicieron sangrar mis pies, pero aún con dolor continué.
Aire negro me ahogaba y no me permitía respirar. Apenas entreabiertos los ojos por que hería la desolación e irritaba la devastación. Dispuesto estuve a huir , volver sin saber más, cuando algo maravilloso presencié… un rayo de luz brilló a lo lejos y una ráfaga de fresca brisa me guió llevándome a la puerta de una humilde vivienda. Sin hacer ruido me asomé al interior y me encontré con un hombre que dormía profunda y pacíficamente y su brillo era el del hombre bueno, que ha trabajado duro el jornal y se ha ganado su justo descanso y con ello es feliz. Fortalecido y sigiloso salí, los ojos ahora bien abiertos, rayos de luz aquí y allí y a todos los seguí.
Vi al hombre vivir, al obrero orgulloso hacer su trabajo, vi a la madre amamantar con amor a su niño, al joven abrazar al anciano, vi a los niños reir y al que poco tenía compartir con quien no tenía nada. Entonces fuí feliz, cada rayo destruía el mal, acababa con la oscuridad y purificaba el aire.
Encontré en la tierra una valiosa gema, la resguarda el hombre con virtud, » esperanza», así se llama y en sus manos el futuro guarda.
Y yo, ángel viajero que caminó el mundo, de vida llené mi corazón y al cielo no regresé. Me quedé en la tierra para ser parte de esta contienda, sé que tarde o temprano el bien reinará, solo se necesita amor para que predomine la luz.
Continuaré mi viaje, no viendo al hombre vivir, ahora viviendo yo.
III Concurso de Historias del viaje
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