En ese caminar y caminar por las pendientes de Amaicha, Maria propone de hacer dedo, como se dice al acto de levantar el dedo pulgar para que alguien se apiade de nosotras, nos levante y nos acerque a nuestro destino, Los Zazos. A unas leguas de ahí. Como la zona es muy tranquila, todavía existe esa costumbre, la de hacer dedo.
Ya pasadas las nueve de la noche y ni un alma se ve por el camino, hasta que de pronto vimos a una camioneta venir hacia nosotras y que seguiria tal vez mas alla de los zazos. Suvimos a la parte trasera de la furgoneta, porque era eso, una furgoneta. En la cabina vimos a dos hombres y una mujer joven. Los hombres iban tranquilos, no asi la mujer que parecia no poder controlarse… ¿Estaria drogada?.
Nos miramos con Maria… y a mi me corrió un sudor frió. Decidimos bajarnos antes de la casa que alquilamos, por las dudas. No teníamos confianza en ellos, para nosotras esa mujer estaba allí contra su voluntad.
Al dia siguiente amanecio un dia de sol hermoso, nos levantamos y comenzamos a planificar nuestra rutina del dia. Maria corre con la pava en la mano hacia la canilla de agua del patio de afuera, que segun ella esa agua es mas pura para el mate mañanero. Entre la espesura de los arboles y el desnivel de la montaña, siento que nos observan. extrañadas comenzamos a oler algo conocido, no tardo en sonar las sirenas de los bomberos. De ahi venia el fuego y las sierras comenzaron a arder.
Nos despabilamos en un santiamen y salimos despavoridas tratando de llevarnos nuestras pertenencias. Y ahi quedo un sementerio de cenizas de plantas y todo lo que habia alrededor. Nada de rastros de lo que parecia ser un dia hermoso.
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