Un viaje de siete horas exactas sin salir de cuatro paredes. Verano del año 2001, un día cualquiera, un despertar temprano, un desayuno simple en un sábado que no prometía mayores acontecimientos. Estaba sola en casa, dispuesta a iniciar los quehaceres después de una semana ardua de trabajo. Mira el reloj de pared, son las 10:20 a.m. toma la escoba y empieza a barrer…cuando vuelve a mirar el reloj de pulso de su muñeca izquierda son exactamente las 5:20 p.m.
No entiende qué ha pasado, porque se encuentra en la cocina, y ella siente que han transcurrido sólo unos segundos; la escoba descansa recostada sobre la pared de la sala, no hay vestigios de oficios de casa como: alimentos preparados, aseos culminados, nada, todo está como cuando eran las 10:20 de la mañana. Sabe que estuvo perdida en el tiempo, que algo anormal ha sucedido, no tiene golpes, ni contusiones en su cuerpo. Cuando tuvo conciencia de estar en la cocina, parada junto a la estufa se sentía como de costumbre: lúcida, vital, llena de energía.
– ¿ Qué demonios…pasa aquí ?
Fue la pregunta recurrente en su cabeza, que hasta el día de hoy no ha tenido respuesta. Me estoy volviendo loca – pensó – le echó la culpa al yoga y la escuela secreta en la que estuvo husmeando con los hombres esos de las capas blancas..
Malditos brujos, repetía en su mente, seguramente era objeto de algún embrujo de los que solían hacer a escondidas, luego de las ceremonias con el incienso y los mamtras en francés donde pedían ser escuchados por el Demiurgo; eso le pasaba por metida, después de todo no era el santo angelito que todos creían…
Había tenido sueños extraños y las visiones por esos días se habían acrecentado cuando le sobrevenían esos vértigos que la hacían tocar las puertas de la muerte.
Había estado en algún lugar, alguien no se pierde de forma tan extraña durante siete horas dentro de su casa para luego no acordarse en absoluto de lo sucedido. y tenía que pasarle justo cuando estaba sola. Los muy cretinos de la logia le habían visto la cara de tonta, porque para esas fechas ella no tenía la menor idea quien era el tal Demiurgo, seguramente el comandante y jefe del barbudo que tenían en el cuadro a la entrada a la fraternidad, una copia mal hecha de Jesús, La Ferriere, así se llamaba el barbón un semi diosito que veneraban con total devoción. Más tarde se daría a la tarea de investigar en un librito que tomó prestado al escondido, donde se dio cuenta de muchas verdades, bueno…ni tan verdades, mejor una sarta de mentiras para extraviar a las personas que la sacaron corriendo tiempo después…
Planos paralelos, mundos alternos, muchos de los que supieron de las siete horas opinaron, pero al final no había una respuesta lógica y precisa para el suceso…
Le habría gustado que hubiesen sido siete años, una forma de hacerle trampa al tiempo y retardar el envejecimiento sin necesidad de botox, de hecho algo que nunca ha usado, mas como en la imaginación se pueden maquinar tantas cosas, hasta el pensamiento más estúpido es válido si se trata de colocarle un poco de diversión a la vida.
Si tuviera que contar un día sobre el viaje más extraño y misterioso realizado por ella sin previo aviso, y a la vez tan disfrutado, hablaría de este precisamente por eso, por no tener explicación, es que la mayoría de las veces las cosas que no tienen respuestas se vuelven los desafíos y experiencias de mayor aprendizaje…
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