Era un día blanco, todo era blanco o por lo menos me lo parecía a mi, me senté en una piedra más o menos estable y hablé en voz alta mirando al horizonte no muy lejano.

– No me engañaron, tenía que haber pensado un poco más en lo que me ofrecían, no lo pensé y esto iba a ocurrir – me entristecí.

Empecé a recordar una semana antes, estaba ilusionada, fui a la agencia a pagar el viaje, era caro pero también era mi ilusión, y las ilusiones hay que cumplirlas cuesten lo que cuesten. La chica, alta, rubia, sentada en aquella mesa, me miraba con una amplia sonrisa, y a la vez alababa mi fuerza y valentía, – ¿vas a ir tú sola? como envidio a las personas que son tan valientes como tú, yo sería incapaz – empezó a pedirme documentos, los cuales yo iba sacando de mi bolso poco a poco, no sabía si mi decisión sería acertada, siempre he tenido mucha personalidad, pero un viaje de ese calibre yo sola, sin nadie, a un lugar tan lejano y sin conocerlo, no había ido previamente – es una semana solo- pensé y… seguí adelante.

Llegó el momento de preparar la maleta, ropa, medicamentos, productos de aseo, facturaba por lo que no tenía gran problema en cantidades de líquidos además como no era una oferta, estaba todo incluido, caro pero con todo, comidas, excursiones, vivencias en si que iban a marcar mi vida al completo, y todo sola, era un reto para mi.

Pero ahora me encontraba en un lugar que no conocía, llevaba tres días, el primero fue de «acoplamiento», se me pasaron las horas rápidamente, también es verdad que el reloj se me paró, pero más o menos iba controlando, de repente me di cuenta que no había nada de cobertura, menos mal que la agencia me avisó y me dieron un aparato parecido a un móvil para poder estar en contacto con ellos, era todo un experimento, me entraron ganas de reir – eres de lo que no hay – me dije a mi misma – un día te vas a encontrar con un problema grave y entonces ya no tendras tiempo de ir marcha atrás – seguí hablándome.

Me di cuenta que me hablaba mucho sola, a mi misma, me estaba ayudando para conocerme mucho más, y sentir, pensé en mis padres, hermana, en mi novio, les extrañé, no vale la pena enfadarse ni preocuparse por cosas banales, cuando estás en la más absoluta soledad te das cuenta que la gente, personas, y cosas son muy importantes para tu vida, son en realidad, simplemente eso, tu vida.

Ya iba quedando menos, había pasado una semana increíble en aquel lugar, llevaba un poco mal el clima, casi no me cambié de ropa, además no había gente, me dijeron que este viaje lo había comprado alguna persona más, me dieron un par de nombres por si quería contactar, pero no lo hice, por lo que caminaba sola, comía sola, dormía sola, perdí la noción del tiempo, tanto, que me costaba distinguir la noche del día, eche de menos incluso al sol, eche de menos todo lo que tenía en mi casa, en mi lugar, en mi entorno.

Seguía sentada en la piedra blanca, y escuché, no oía nada, no veía a nadie… en voz muy alta, como queriendo que mis palabras llegaran muy lejos, grite : – ¡No debía haberme decidido por un viaje a La Luna! – Y respiré relajada…

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