Aventura de luna de miel.

Aventura de luna de miel.

Con Karina llevamos 10 años de convivencia. Cuando la conocí ya tenía 4 hijos, y dentro de esa década decidimos tener nuestra princesita. Al décimo año, decidimos formalizar y renovar nuestro compromiso contrayendo matrimonio civil. El 16 de junio se concretó la ceremonia, junto a familia y amigos, y a la noche la fiesta de bodas que todos disfrutaron y se emocionaron.

Suite 2406. Entre los obsequios de bodas que recibió la pareja, se encontraba una noche en el Hotel Radisson de Montevideo. Para ultimar detalles de que pasos debíamos seguir para usufructar el obsequio, me comuniqué con mi hermana Liliana, supervisora de personal de servicio del hotel. Habiéndose contactado con sus compañeros, decidieron mejorar el regalo que nos hicieron (una suite en el piso18) y nos destinaron el piso 24, suite 2406. Según me contó mi hermana, cuando vinieron los reyes españoles a Uruguay, en 1985, le hicieron todo ese piso para albergarlos allí, y desde entonces, cuando se recibe alguna visita presidencial, se los aloja allí también.

Resultado de imagen para hotel radisson montevideoLa fiesta de bodas terminó a la medianoche, por lo que el ingreso de la pareja al hotel, fue ya iniciada la madrugada. Una vez ingresados administrativamente, nos dieron las tarjetas magnéticas, con la indicación que nos debíamos dirigir a la segunda torre, por el ascensor. Al entrar al ascensor, y pulsar el piso, este no se movió, hasta que se me ocurrió pasar la tarjeta magnética por el sensor. Al salir del habitáculo transportador, desembocamos en un piso totalmente moquetado, que pasillo mediante llegamos a la entrada de la suite 2406. Otra vez pasar la tarjeta. No abre. Doy vuelta la tarjeta. No abre. La paso de mil maneras. No abre. Cansada mi mujer me invita a que llame a recepción con el teléfono que habíamos pasado en el hall del ascensor. Así lo hago. Prometen enviarme a una funcionaria, que al concurrir, me tranquiliza con el consuelo de como esa habitación no es de uso frecuente, las tarjetas pierden vigencia.

Una vez accesado a la suite, nos encontramos con el lujo del lugar. Muebles de madera, estilo clásico, pisos totalmente moquetados, un enorme dormitorio, con una mullida cama, el gabinete higiénico, el duchero y lo mejor, una pileta de hidromasaje grande. Mi origen socioeconómico humilde, por desconocimiento, llevó a que prendiera la bomba del hidromasaje antes de que se llenara la pileta, consecuentemente, empezó a salir agua a borbotones inundando el gabinete. Eran las 2 a.m, y con mi mujer nos vimos secando el baño con las toallas del hotel. Igualmente, tomando revancha, volví a encender el hidromasaje, aunque esta vez tomando todas las precauciones y pudiendo los dos disfrutar del mismo.

Carpincho en la 9.

El viaje de bodas planificado, consistía en una estadía en La Paloma y un viaje complementario hacia el Chuí brasilero. Pero además como pensamos llevar a nuestra pequeña hija Maia de 6 años, decidimos que nos acompañaran su hermana mayor Rocío y su novio Brian, para que nos ayudaran con la pequeña y así poder disfrutar mas del viaje de bodas. Salimos de Montevideo a las 17hrs, para iniciar un recorrido de 200km por la ruta 9 hasta La Paloma, en el Departamento de Rocha. A las 20.40 hrs., estábamos a 20 kilómetros de nuestro destino. La noche ya había llegado y por tramos de la ruta 9, estábamos solo alumbrados por las luces de nuestro auto. De pronto, de la oscuridad escapó la silueta de un animal, que con el auto no pudimos evitar golpear.

El impacto se sintió muy fuerte y amortiguó los gritos de los ocupantes queriendo evitar el choque. Sentimos como pasó el animal por debajo de las ruedas de nuestro vehículo y prudentemente me detuve a inspeccionar daños 50 metros adelante. Al salir del vehículo, sólo noté la luz derecha rota y toda la careta de mi vehículo rota, mientras sentíamos que desde la oscuridad el golpeteo de otros vehículos pasando por encima del animal tendido sobre la ruta que la negra noche nos impedía ver. Al reiniciar la marcha notamos el sobrecalentamiento del coche, lo que nos obligó a paradas continuas para lograr el enfriamiento del motor. En una de esas paradas, ocurrió en una estación de suministros combustibles próximos a la ciudad de Rocha. En ese lugar contaban con un minimercado. Cual sería la cara de estuperfactos de los empleados cuando les pedí huevos para remediar precariamente la avería del radiador. Luego de realizada la compra, no hubo solución ya que la rotura superaba la medida. A las 23hrs. llegábamos a nuestro primer destino.

Otra vez varados en la ruta 9.

A la mañana siguiente de ese soleado sábado, decidimos seguir viaje hacia la frontera con Brasil, para lo que viajamos a la ciudad capital de Rocha, allí alquilar un automóvil para conducir a la ciudad de Chuí. Contentos con la nueva situación, ya estábamos en la ruta 9 nuevamente, a 60 kms de la Chuí, comienza a fallar el automóvil alquilado y apagarse.

Detenidos en la banquina de la ruta 9, llamamos a la rentadora. Dos horas después eramos asistidos por el encargado de la rentadora.

– ¡No puedo creerlo!¡Chocan un carpincho en la ruta y ahora se les descompone el vehículo que alquilaron! No se preocupen, terminen el viaje con el automóvil en el que vine y yo me quedo aquí esperando que venga el guinche para que me devuelva a la ciudad.

LLegados a la ciudad fronteriza de Chui, realizamos las compras del lado brasileño, terminando a las 22 horas las mismas. Cuando ya estábamos de regreso, Karina recuerda que había dejado un par de bolsas de compras en la última zapatería que habíamos estado. Hartos de este tipo de situaciones, decidimos seguir con calma y que regresaríamos a la frontera al día siguiente. Después de todo, nos serviría como pretexto para seguir paseando en nuestra luna de miel. Pero esta vez, dejaríamos a los chicos en la cabaña de La Paloma y para el mediodía ya estábamos de regreso para almorzar juntos.

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