Era una chica muy guapa, lindo cabello, una cinturita muy fina y delicada. Al pasar mis dedos por su masa lograba ver la erupción de su piel levantarse. Me gustaba verla dormir, porque ahí era cuando lograba contemplarla con mayor tranquilidad, ponía en sintonía mi respiración con la suya -Sube y baja el abdomen…- Estar con ella era como viajar en coche he ir de copiloto, nunca sabia a donde iba, pero siempre con la frente en alto sin miedo a estrellarme, porque desde pequeño llevaba alma de aventurero, y nunca me había cuestionado tantas cosas en la vida como aquella. Era viajar en una constante tormenta de emociones, donde a veces solo me quedaba la fe de compañía, porque si, a veces era bien mala, y me dejaba botado a la mitad de la nada (o probablemente yo lo veía como nada, porque logro convertirse en mi todo) y era injusto, porque ya no me quedaban las fuerzas necesarias para tomar un avión y decirle «Adiós», porque a fin de cuentas lograba verla hasta con los ojos vendados.

«Me tenias, era tuyo. Hasta acá llego mi viaje. porque contigo no existía pasaporte de vuelta. Y mi ultimo destino y parada eras tú.»

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