MAGIA Otra vez estoy en el hospital, con mis papás tomándome de mis manitas y mi hermanita sentada a los pies de mi cama. Recuerdo todos los viajes que hemos hecho, y creo que el mejor fue aquel que hicimos toda la familia juntos a Disneylandia.
Me acuerdo cuando por primera vez vi a Mickey en persona, era mucho más grande de lo que yo creía. Quería tomarme una foto con él, pero la fila de niños que también querían fotografiarse con él era tan grande, que formarme a la cola nos hubiera hecho perder un par de horas, o quizá mucho tiempo más.
Por fortuna tengo un papá que es mágico. No sé exactamente qué fué lo que hizo, pero al vernos, Mickey, con mucho cuidado, apartó a los demás niños de su lado, y corrió a abrazarme, para tomarse conmigo una bonita foto.
Y también Pluto. En cuanto nos vio a mi papá y a mí, soltó mi mano de la de mi papi y, tomándola con la suya, recorrimos juntos gran parte de la Casa de Mickey. Era yo la envidia de todos, claro, todos los niños quisieran tener un papá así.
Y luego a divertirnos en los juegos. Los Piratas del Caribe me encantaron. Estoy seguro que mi papi es un mago muy importante, pues una vez más lo logró. Nos metimos en la inmensa cola y al pasar primeros, todas las personas en la fila se nos quedaban viendo y nos sonreían. ¡Qué suerte tengo de tener a mi papi!
Al llegar a Mundo Pequeño, no solo pasamos primero, sino que me gustó tanto, que quisimos dar tres vueltas seguidas. Nadie se quejó.
Disneylandia es un lugar mágico. Yo hubiera querido quedarme a vivir ahí por siempre, pero mis papás me dijeron que eso no es posible. No lo sé.
¡Soy tan feliz con mi familia!
Mi hermana mayor es mi ídolo. Se preocupa mucho por mí y siempre me cuida. Cuando sea grande quiero ser como ella. Bueno, si algún día llego a ser grande. Mi mamá dice que soy muy “chismosito”, (y “melosito” también jaja), y creo que tiene razón. En las noches me gusta oír lo que mis papás platican, por eso, sin que me vean, pego mi oreja a su puerta y los escucho platicar de mí. Que si cuánto tiempo estaré con ellos, que si me daré cuenta de mi situación, que qué van a hacer cuando yo ya no esté con ellos y muchas otras cosas que yo no entiendo. Casi siempre terminan llorando. No entiendo por qué. ¿A dónde pensarán que quiero ir? Yo no quiero irme a ningún lado. No sé por qué insisten tanto con esto. ¿Habrá algún lugar donde yo pueda ser más feliz que con ellos? La verdad no lo creo.
Cuando nací recuerdo que lloraron mucho, yo creo que por la emoción de cargarme y poderme abrazar, aunque la verdad me acuerdo también que tardaron un poco en hacerlo. Quizá fué tanta la emoción, no lo sé.
A veces, mi cuerpecito no funciona bien, y mis papás tienen que traerme corriendo al hospital. Menos mal que lo más importante es mi mente. Esa nunca se enferma, al contrario, cada día que pasa se fortalece más y doy gracias a la vida por todo lo que me ha dado.
Ojalá mis papás se dieran cuenta, como yo, que lo más importante de este mundo no está en el cuerpo, sino, como dice mi papi, en las ganas que uno le eche a la vida. ¡Y yo le echo muchas!
Quizá yo no pueda hacer muchas cosas que los niños de mi edad sí pueden, y cuando alguno me dice que soy un discapacitado, veo que tiene razón, pues no tengo capacidad de hacer o siquiera pensar en cosas malas. No entiendo cómo siendo la vida tan bonita, hay quien solo piensa en hacer mal a alguien. Me pongo muy triste cuando pienso en ellos.
Pero volviendo a mi mejor viaje, ahora que lo pienso bien, no fué aquel a Disneylandia. Han sido tantos otros tan maravillosos. Aquellos que realizo por las noches, lejos de mi cuerpo, dentro de mi imaginación. Sin nada que me lo impida, me transformo en mi superhéroe favorito. A veces soy Batman, otras Superman, y alguna otra Spiderman o Thor. Mi cuerpo tiene entonces superpoderes y no hay límite a mi acción. ¡Me lanzo a salvar el mundo! No es como aquella vez que fuimos a Disney, que tenía que ir en mi silla de ruedas, pues mis piernitas temblaban y mi corazoncito parecía no soportarlo.
A veces quisiera poder correr tras una pelota, como lo hacen mis amigos, pero entonces pienso que aunque no puedo correr, mi mente puede volar más alto que la de ellos, y no necesito de mi traje de Batman ni de Superman, ni necesito ya mi silla de ruedas azul. ¡Soy, entonces, el superhéroe más valiente del universo, y el niño más feliz y libre del mundo!
Quisiera decirle a mi papá que ya no llore. Yo estoy bien, es solo mi cuerpo que ya quiere descansar. Mi corazoncito no logró formarse bien, y mi frágil cuerpo no lo resiste más.
Y a mi mamá que para mí, ella siempre ha demostrado ser la más fuerte de la familia. Me conoció antes que nadie más, desde que me empecé a formar en su pancita. Que le diga a todos que voy a estar bien.
También quisiera darle las gracias a mi hermanita por todo el Amor que me ha dado siempre. Lo único que me duele de no llegar a grande, es no poder ser como ella.
Los amo mucho y siempre agradeceré al cielo haberme dado una familia cómo esta.
Creo que mi misión ya se cumplió y mi hora llegó. Sé que mi viaje más importante está por iniciar. El Amor todo lo puede. Mi cuerpecito partirá, pero mi espíritu se quedará siempre con ellos y cada día los iluminará …
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